La vida en Haití empeoró para muchos antes de los disturbios
Haití El pollo es un elemento básico en la dieta
haitiana, pero su precio se ha duplicado en cuatro años. El aceite para cocinar
y el arroz subieron un 10% en los últimos 12 meses. Un litro de leche cuesta
más de la mitad del salario mínimo diario, lo que lo hace inaccesible para la
mayor parte del país.
El costo de la vida parece estar
descontrolándose para muchos haitianos, haciéndoles la vida aún más difícil en
la nación más pobre del hemisferio occidental.
“Es realmente difícil”, dijo
Cassandre Milord, contable en una pequeña tienda en la capital de Haití, Puerto
Príncipe, sobre la inflación, que está en dobles dígitos desde 2014. “Nunca se
sabe cuánto dinero se necesita para ir al mercado. Los precios suben todos los
días”.
Esta es una queja generalizada en
todo el país y está en la base de los cuatro días de letales protestas por el
alza de los precios del carburante que bloquearon Puerto Príncipe a principios
de mes y recordaron el fantasma de otros disturbios masivos que ya paralizaron
el país en el pasado. La inflación es un elemento más en la vida de gran parte
del mundo, pero entre tanta miseria, aquí parece más dolorosa para todo el
mundo, desde quienes venden pequeñas bolsas de arroz en la calle a los
propietarios de los pequeños negocios. Para todos excepto para la pequeña élite
haitiana.
“No hay dinero para enviar a los
niños a la escuela”, señaló Arceline Charles, sentada en una atestada calle del
centro y vendiendo huevos en una bandeja de cartón. “El país es un completo
desastre”.
El gobierno del presidente Jovenel
Moise, que asumió el poder en febrero de 2017 tras una complicada y polémica
elección, desató las protestas al anunciar de forma abrupta un aumento de dos
dígitos en el precio de la gasolina, el diésel y el queroseno. La medida
formaba parte de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para
eliminar los subsidios a los combustibles y aumentar los beneficios del
gobierno a cambio de recibir más apoyo de las naciones miembro.
Las autoridades pudieron haber
pensado que la población estaría distraída ese día por el partido de Brasil, la
favorita entre los haitianos, en el Mundial de Rusia, pero la reacción fue
explosiva: la gente se echó a la calle, se levantaron barricadas en llamas y
hubo enfrentamientos con la policía. Al menos siete personas fallecieron y
docenas de negocios y autos fueron saqueados, quemados y destrozados.
El primer ministro, Jack Guy
Lafontant, que enfrentaba una moción de censura en el parlamento, dimitió con
su ejecutivo en pleno. Pero el gobierno tiene que explicar todavía porque no
aceptó la recomendación del FMI de aplicar el alza de los precios de forma
gradual o si tiene intención de cumplir con las recomendaciones de modernizar
su economía mejorando la recaudación de impuestos y aumentando el gasto en
infraestructuras, educación y servicios sociales.
Moise pidió calma mientras busca un
nuevo primer ministro. “Puedo entender la situación que enfrentan muchos de
nuestros compatriotas desempleados. El hambre y la miseria nos están
aplastando”, dijo en un discurso a la nación en criollo, el idioma basado en el
francés que habla la mayoría de los haitianos.
El presidente, un empresario y
granjero que se presentó en su campaña como una persona con conocimientos y
experiencia para levantar al país, enfrenta un reto complicado.
Haití es uno de los países con más
desigualdad del mundo, donde los adinerados viven en mansiones amuralladas
mientras alrededor del 60% de sus casi 10,5 millones de habitantes intentan
sobrevivir con unos dos dólares al día. En enero, un reporte de la Agencia para
el Desarrollo Internacional de Estados Unidos dijo que alrededor de la mitad
del país está desnutrido.
El incremento del precio del
combustible _ que se prevé del 40% en el diésel y de cerca del 50% en el
queroseno _ se habría extendido por una economía que está en gran parte
estancada. La agricultura, el sector más importante, sufre los efectos de una
prolongada sequía y de la devastación causada por el huracán Matthew en una de
las zonas más fértiles en 2016.
El Banco Central ha intentado
contener la inflación, pero los precios se incrementan alrededor de un 16% al
año. Y a ojos de muchos, la política de la entidad de devaluar la moneda, el
gourde, no ha hecho más que empeorar la situación por la elevada dependencia
del país de las importaciones.
Incluso los que tienen la fortuna
de tener un empleo o un negocio se encuentran con que cada vez es más difícil
sobrevivir. El salario mínimo ronda los 150 dólares mensuales, mucho menos de
lo necesario para mantener a una familia.
“Es una situación de
empobrecimiento masivo, con muchos sectores de la clase media empobreciéndose y
con porcentaje cada vez mayor de la población que realmente no puede comer”,
dijo Camille Chalmers, economista y directora de una ONG que promueve los
derechos de los trabajadores.
Milord, la contadora, explicó que
destina alrededor de un cuarto de su sueldo diario, equivalente a unos tres
dólares, a transporte y comida. “Imagínese cómo hará la gente que solo gana el
salario mínimo”, apuntó.
Los empresarios dicen que ellos
también notan los efectos. Maxime Cantave, que abrió un autolavado y una
cafetería adyacente en la zona de Delmas de la capital, manifestó que su
negocio se ha reducido en un tercio en los dos últimos años.
“La gente no tiene dinero”, señaló
mientras se limpiaban dos autos y el café estaba vacío una tarde reciente, a
una hora a la que los dos deberían estar llenos.
Cantave regresó a su Haití natal
desde Florida luego del devastador sismo de enero de 2010, con la esperanza de
aprovechar el aumento de la ayuda internacional y la inversión privada que
llegaban al país como parte de los esfuerzos de reconstrucción. Pero esa
inversión se ha reducido mucho, afectándole a él y a otros como Benoit Vilceus,
quien gestiona un hotel boutique y una empresa especializada en construcción y
diseño de interiores.
Según Vilceus, sus negocios ya
atravesaban problemas pero ahora tuvo que parar temporalmente una obra en la
ciudad de Les Cayes por los últimos disturbios.
“Esto ha estado formándose durante
mucho tiempo”, dijo sobre las protestas. “Era solo cuestión de tiempo”. AP
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