Surgen las primeras pistas sobre la estructura de poder de Cuba con Díaz-Canel como presidente
Castro no dijo nada sobre cómo un
joven civil ajeno a su familia podría liderar la nación socialista que él y su
hermano mayor crearon y controlaron durante casi 60 años.
Los exiliados en Miami dijeron que
Díaz-Canel será un testaferro para la continuidad del dominio de los Castro.
Los cubanos en la isla especulaban sobre un presidente débil que compartiría el
poder con la dirección del Partido Comunista o con la posibilidad de que se
cree un nuevo puesto de primer ministro. Pero nadie que sepa qué va a ocurrir
se pronunció, y nadie de los que se pronunciaron sabe qué va a ocurrir.
Las primeras pistas sobre el
misterio de la nueva estructura de poder de Cuba se relevaron a primera hora
del jueves, cuando Raúl Castro entregó la presidencia a Díaz-Canel, que asumió
el cargo luego de que 603 de los 604 miembros de la Asamblea Nacional aprobaron
su designación como único candidato a la jefatura del ejecutivo.
Con Castro observando desde la
bancada, Díaz-Canel dejó claro que por el momento seguirá la senda del hombre
que fundó el sistema comunista cubano junto a su hermano. El nuevo dirigente
dijo que mantendrá el ejecutivo de su antecesor al menos hasta julio, cuando
volverá a reunirse la Asamblea Nacional.
“Raúl sigue siendo nuestro Primer
Secretario como el referente que es para la causa revolucionaria” y tomará las
decisiones sobre el futuro del país, dijo Díaz-Canel, agregando que Cuba
necesita al expresidente “enseñando y siempre presto a enfrentar al
imperialismo”.
El discurso de despedida de Castro,
que se prolongó durante 90 minutos, ofreció su primer plan claro para un
presidente a quien parece concebir como el heredero del control casi total del
sistema político, que a su vez domina cada aspecto de la vida diaria en Cuba.
Castro pronosticó que el canoso
ingeniero cumplirá dos mandatos como presidente y tomará las riendas del
Partido Comunista Cubano (PCC), el máximo órgano de decisión en la isla,
también por dos mandatos de cinco años, cuando Castro deje el cargo en 2021.
“A partir de entonces si la salud
me lo permite, seré un soldado más del pueblo defendiendo esta revolución”,
señaló el general, que se improvisó varias veces durante su discurso para
bromear con los funcionarios presentes en los escaños de la Asamblea Nacional,
apuntando que ahora tendrá tiempo para visitar el país.
Los medios estatales dieron un tono
similar a su despedida. El noticiero de la noche emitió imágenes en blanco y
negro de Castro como un joven revolucionario, empleando como banda sonora “El último
mambí”, una canción compuesta por Raúl Torres para la ocasión. Torres había
compuesto un homenaje similar a Fidel Castro tras su fallecimiento en 2016.
El plan esbozado por Raúl Castro el
jueves hará de Díaz-Canel la figura dominante en la política cubana hasta 2031.
Luego, “hará con su sucesor lo mismo que estamos haciendo con él”, dijo Castro
explicando que cuando pasen sus 10 años como presidente del Consejo de Estado y
del Consejo de Ministros, seguirá como primer secretario del PCC durante otros
tres para facilitar la transición, lo que “ayudará a evitar errores por parte
de su sucesor”.
Díaz-Canel señaló que su prioridad
será preservar el sistema comunista de la isla mientras reforma gradualmente la
economía y hace que el gobierno sea más receptivo al pueblo.
“Aquí no hay espacio para una
transición que desconozca o destruya el legado de tantos años de lucha”,
manifestó el presidente.
El nuevo dirigente se comprometió a
trabajar para implementar un plan a largo plazo elaborado por la Asamblea Nacional
y el PCC que permitirá el crecimiento limitado de empresas privadas como
restaurantes y taxis, dejando los sectores más importantes de la economía _
energía, minería, telecomunicaciones, servicios médicos y producción de ron y
cigarros _ en manos del estado.
Los cubanos señalaron que esperan
que su nuevo presidente introduzca mejoras en la economía de la isla, estancada
y dominada por empresas estatales poco eficientes y productivas que no pueden
ofrecer salarios suficientes para cubrir las necesidades básicas de sus
empleados. El salario estatal medio es de apenas 30 dólares mensuales.
“Quiero ver cambio y también
continuidad. Cambio en la forma de hacer las cosas y continuidad en que sería
bueno seguir con este sistema (socialista)”, comentó Richard Pérez, un vendedor
de artesanías en la Vieja Habana.
Pero en Miami, los
cubano-estadounidenses dijeron que no esperan demasiado del nuevo mandatario.
“Es un cambio cosmético”, manifestó
Wilfredo Allen, un abogado de 66 años que salió de Cuba dos años después de la
revolución de 1959. “La realidad es que Raúl Castro sigue controlando el
Partido Comunista. Estamos muy lejos de tener una Cuba democrática”.
Tras relevar formalmente a Fidel en
la presidencia en 2008, Raúl Castro lanzó una serie de reformas que ampliaron
el sector privado a casi 600.000 personas, permitieron a los cubanos viajar y
acceder a internet, se entregaron tierras en usufructo y normalizó el mercado
de bienes raíces y carros entre otros.
El turismo se ha más que duplicado
desde que Castro y el expresidente de Estados Unidos Barack Obama
restablecieron las relaciones diplomáticas entre sus dos países en 2015,
convirtiendo a la isla en el destino vacacional de casi cinco millones de
visitantes al año, a pesar del retroceso en sus relaciones desde la llegada de
Donald Trump a la Casa Blanca.
Las medidas de Castro para abrir la
economía se congelaron o revirtieron en su mayoría tan pronto comenzaron a
darse muestras de riqueza en la nueva clase empresarial de una nación que se
enorgullece de la igualdad entre todos sus ciudadanos. La inversión extranjera
sigue siendo escasa y el estado de las infraestructuras del país sigue
empeorando. La esperanza de lograr la distensión total con Washington se esfumó
con la elección de Trump y, tras dos décadas recibiendo subsidios de Venezuela
por un total de más de 6.000 millones de dólares, el modelo económico cubano
colapsó sin reemplazo a la vista.
La incapacidad o la falta de
voluntad de Castro para solventar los problemas estructurales de Cuba con
amplias y profundas reformas hace que muchos se pregunten cómo un dirigirá la
nación en los próximos años un sucesor sin las credenciales de padre fundador
de la Patria de Raúl.
“Quiero que el país avance”, dijo
la profesora de economía Suset Calzado, de 62 años.
En el Departamento de Estado de
Estados Unidos, la portavoz Heather Nauert, expresó su decepción por la cesión
de poder señalando que los cubanos “no tienen poder real que afecte al
resultado” de lo que calificó como “transición antidemocrática”.
Washington no descansará hasta que
Cuba “tenga elecciones libres y justas, los prisioneros políticos sean
liberados y el pueblo cubano sea finalmente libre”, dijo el vicepresidente
estadounidense, Mike Pence, en un tuit.
Díaz-Canel inició su carrera
política en la provincia central de Villa Clara, donde fue primer secretario
del Partido Comunista, un cargo equivalente al de gobernador. Allí, sus
conciudadanos lo describen como un tecnócrata trabajador y con estilo de vida
modesto, dedicado a mejorar los servicios públicos. En 2009 fue nombrado
ministro de Educación Superior y desde ahí ascendió a la vicepresidencia del
país.
En un video de una reunión del PPC
que inexplicablemente se filtró a la opinión pública el año pasado, Díaz-Canel
expresaba una serie de posturas ortodoxas que incluían las sombrías promesas de
cerrar algunos medios independientes y señalar algunas embajadas europeas como
puestos de subversión extranjera.
Pero también ha defendido a
académicos y blogueros de las críticas de los conservadores, lo que llevó a
algunos a describirlo como un potencial defensor de una mayor apertura en un
sistema que no tolera prácticamente ninguna crítica ni disidencia.
Tanto los observadores
internacionales como los cubanos analizarán cada uno de sus movimientos en los
próximos días y semanas. AP
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