Reforma chilena por migración "ordenada", tachada de "racista y restrictiva"

Así lo expresó a Efe la académica
de la Universidad de Chile Caterine Galaz, quien dijo que el país ha
involucionado y copiado modelos restrictivos de países que han puesto
cortafuegos para controlar la migración, lo que genera ciudadanos de primera y
segunda categoría.
El Gobierno chileno presentó el
pasado 9 de abril una reforma a la actual ley de Migración, que data de 1975,
que entre sus ejes propone regularizar a 300.000 extranjeros, además de exigir
una visa especial de turismo a haitianos y un permiso a migrantes venezolanos,
que deben ser solicitados en los consulados respectivos.
Galaz valoró que el proceso de
regularización extraordinario, que se inicia este 23 de abril, favorecerá a
extranjeros "expuestos a explotación laboral, sin acceso a los sistemas de
salud y educación", pero denunció que esta condición fue favorecida por una
legislación "muy restrictiva".
Actualmente residen en Chile más de
1,1 millón de extranjeros, de los cuales alrededor de un tercio se encuentra en
situación ilegal, según cifras oficiales.
Por esta razón, el Gobierno
conservador del presidente Sebastián Piñera ha puesto el foco "en una
migración segura, ordenada y regular", tras recibir un "desorden
administrativo" legado del periodo anterior, según el subsecretario del
Interior, Rodrigo Ubilla.
Galaz, sin embargo, consideró
"discriminatorio, selectivo y racista" que se exija un visado
especial solo a dos nacionalidades, lo que respondería al creciente flujo
migratorio dado por las condiciones de crisis en que viven Venezuela y Haití,
según el Ejecutivo.
La llegada de haitianos a Chile
pasó de 1.649 en 2014 a 73.098 en 2017, lo que la convierte en la comunidad que
más ha crecido en ese periodo y la sexta nacionalidad con mayor presencia en el
país, con 112.000 ciudadanos.
En cuanto a los venezolanos, se
estima que hay más de 134.000 en el país, con lo que equivalen al 12 % de los
inmigrantes.
"Ya se hizo en el 2012 algo
similar con la población dominicana, lo que aumentó el tráfico de personas que
quedan en situación irregular y son explotadas laboralmente", sostuvo
Galaz.
Añadió que en este Gobierno "se
imponen sesgos racistas que ponen al migrante como chivo expiatorio, cuando en
realidad son un aporte para el país".
El requisito de visa para haitianos
y venezolanos ha provocado aglomeraciones de personas en los consulados
chilenos en esos dos países, por lo que el Gobierno ha instruido reforzar los
organismos con más funcionarios.
La nueva normativa además elimina
la visa temporal por motivos laborales, implementada por el Gobierno de
Michelle Bachelet, que posibilitaba a los extranjeros obtener la residencia
mediante un contrato de trabajo, que hizo que casi un 70 % de las solicitudes
respondieran a ese formato, explicó Galaz.
Esta medida ha sido una de las más
criticadas por las organizaciones de la sociedad civil, no obstante el
subsecretario Ubilla recalcó que "no se busca impedir que los extranjeros
entren al país, sino favorecer que los turistas se retiren y que los que vengan
en busca de trabajo lo hagan de manera regular".
"El país no restringe otras
visas, pero se ha tomado la disposición de hacerse cargo de una realidad, esa
que permite que las personas entren como turistas y se queden para intentar
conseguir una visa de trabajo", explicó la autoridad.
La legislación, que ya se discute
en el Parlamento pero que cuenta con una serie de disposiciones de acción
inmediata, incorpora también un ítem acerca de las expulsiones
"expeditas" a inmigrantes que hayan cometidos delitos.
Este punto ha sido rechazado por
las organizaciones de derechos humanos, ya que "si el Estado no garantiza
un debido proceso judicial, no puede expulsar, porque no se sabe quien ha sido
víctima de trata de personas, tráfico de drogas, o cual ha sido su
situación", expresó Galaz.
Diversas entidades se han
congregado a solo pasos de la sede de Gobierno para manifestar que seguirán
trabajando por una migración con enfoque de derechos, pese a las declaraciones
de Ubilla, quien dijo que "quienes creen en la migración como un
derecho" mantienen una postura "extremadamente libertaria".
El director social del Servicio
Jesuita al Migrante, Pablo Valenzuela, respondió a estos dichos haciendo
hincapié en que "la migración preexiste a los Estados y se deriva desde la
libertad más fundamental, que es la libertad de movilidad".
"Me extraña que personas o un
sector que defiende tanto la libertad de mercado, la libertad para ofrecer y
vender productos, comerciar también internacionalmente, le tenga tanto miedo a
la libertad de la movilidad de las personas", sostuvo.
Piñera ha reiterado que la normativa
actual es "absolutamente incapaz" de dar respuesta a los desafíos
actuales, con cerca de un 6,1 % de población inmigrante.
La ley de Extranjería y
Migraciones, que se promulgó en 1975 durante la dictadura de Augusto Pinochet
(1973-1990), es la más antigua de Suramérica y entró en vigencia cuando en
Chile los extranjeros no superaban las 100.000 personas. EFE
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