Una decisión del Supremo siembra dudas sobre futuro de la Lava Jato en Brasil

La mayor acción contra la corrupción
realizada en Brasil, que incluso permitió descubrir tramas similares en una
decena de países de América Latina y en algunos de África, se apoyó sobre todo
en la prevalencia de la justicia penal sobre la electoral cuando los desvíos de
dinero también habían financiado campañas políticas.
Esa convicción judicial, sin
embargo, fue alterada este jueves por el Supremo, que en un juicio sobre
competencias decidió que si alguna denuncia trata sobre asuntos de corrupción y
al mismo tiempo incluye fraudes en comicios, será tratada por la justicia
electoral, considerada en medios jurídicos como más "blanda" que la
penal.
El polémico fallo se dio en una
ajustada votación (6-5) que dejó en evidencia las discordias que existen al
respecto entre los once miembros del Supremo, que en Brasil actúa como corte
constitucional.
La muy apretada mayoría respaldó la
posición del instructor del proceso, Marco Aurelio Mello, quien subrayó lo
"tenue" de la línea que separa la práctica de "Caja B", que
consiste en ocultar recursos obtenidos para una campaña, de un claro delito de
corrupción.
Mello, así como otros cinco
magistrados, consideró que si existe un delito relacionado con comicios, el
caso deberá ser juzgado en primer término por la Justicia electoral,
especializada en esos asuntos y "preparada" también para dictar
sentencias penales.
Entre quienes se opusieron a la
decisión estuvo la presidenta del Tribunal Superior Electoral, Rosa Weber,
también integrante de la Corte Suprema, quien subrayó la "extraordinaria
competencia" de esa instancia, pero admitió que "se especializa en
asuntos diferentes a la esfera penal".
El magistrado Luis Barroso, quien
también votó en contra de la decisión mayoritaria, lamentó que "se cambien
paradigmas en un país devastado por la corrupción", cuando
"finalmente se están logrando avances efectivos contra esa lacra".
La decisión adoptada por el
tribunal ya había sido rechazada de antemano por el ministro de Justicia,
Sergio Moro, quien hasta el año pasado fue responsable del desarrollo de la operación
Lava Jato en primera instancia, en la que juzgó y condenó a influyentes
políticos, como el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
"Si verificamos estadísticas
de condenas penales en la Justicia electoral, probablemente no encontraremos
números muy felices, y no porque no haya crímenes, sino porque ese sistema está
centrado en la organización de elecciones y la solución de controversias en
torno a los comicios", declaró Moro esta semana.
El ministro apuntó que "lo más
conveniente sería que los juicios electorales y comunes, como la corrupción,
sean separados", como de hecho ha propuesto en un proyecto de enmienda
constitucional que ha remitido al Congreso para intentar "pacificar"
las discordias que existen sobre el asunto.
La procuradora general, Raquel
Dodge, quien solicitó al tribunal que las acusaciones fueran separadas cuando
se trata de delitos comunes y electorales, consideró que la sentencia del
Supremo "no constituye un riesgo" para la Lava Jato "en este
momento".
Aun así, garantizó que el
Ministerio Público estará "atento" a "los próximos pasos" y
que mantendrá "el foco en la lucha contra la corrupción y la
impunidad".
El polémico asunto desató en los
últimos días fuertes discusiones en la prensa y en redes sociales, en las que
magistrados del Supremo favorables a la decisión finalmente tomada fueron
insultados y hasta tachados de corruptos.
Sin aclarar si se refería a eso
específicamente, la Corte Suprema anunció este jueves que ha iniciado una
investigación penal sobre "noticias falsas", "calumnias" y
"ofensas" dirigidas al tribunal y a sus miembros, la cual tramitará
bajo estricto secreto. EFE
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