La OMS reconoce el trastorno por videojuegos como problema mental
“Los
profesionales de la salud deben reconocer que los trastornos del juego pueden
tener consecuencias graves para la salud”, ha asegurado Vladimir Poznyak, de la
OMS”
Este
trastorno se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego “continuo o
recurrente” y, aunque todavía no se ha cerrado la definición, la OMS vincula
este nuevo trastorno a tres condiciones negativas provocadas por el mal uso de
los juegos digitales. En primer lugar, por no controlar la conducta de juego en
cuando al inicio, frecuencia, intensidad, duración, finalización y contexto en
que se juega. Segundo, al aumento de la prioridad que se otorga a los juegos
frente a otros intereses vitales y actividades diarias. Y tercero, al
mantenerse la conducta o darse una escalada “a pesar de la ocurrencia de
consecuencias negativas”, según el borrador actual que maneja la OMS. El
trastorno se refiere al uso de juegos digitales o videojuegos, que se puede
realizar mediante conexión a Internet o sin ella.
“Los
profesionales de la salud deben reconocer que los trastornos del juego pueden
tener consecuencias graves para la salud”, ha asegurado Vladimir Poznyak,
responsable del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS,
en declaraciones a New Scientist, que ha adelantado la noticia. Consultada por
Materia, la OMS confirma la información, adelanta que el ICD-11 estará listo en
2018 e insiste en un matiz: el trastorno por videojuegos no tendrá epígrafe
específico, sino que aparecerá englobado en el más amplio de juegos digitales.
“Hay que
distinguir lo que son adicciones y lo que es uso problemático, por ejemplo, si
te causas daño a ti o a terceros con esa conducta”, explica Helena Matute
Poznyak
aclara que la mayoría de las personas que juegan videojuegos no sufre ningún
trastorno, del mismo modo que la mayoría de las personas que beben alcohol
tampoco. Pero hay circunstancias en que el uso excesivo puede generar efectos
adversos, según este experto de la OMS.
El patrón
de comportamiento debe ser de suficiente gravedad como para causar un deterioro
significativo en las áreas de funcionamiento personal, familiar, social,
educativo, ocupacional u otras áreas importantes, explica el borrador de la
OMS. “El comportamiento del juego y otras características son normalmente
evidentes durante un período de al menos 12 meses para que se asigne un
diagnóstico, aunque la duración requerida puede acortarse si se cumplen todos
los requisitos de diagnóstico y los síntomas son graves”, advierte.
La OMS
comenzó a considerar este trastorno hace una década, y tras años de trabajo con
profesionales de salud mental, se ha decidido reconocer el desorden
oficialmente en su próximo manual de diagnóstico. Pero no fueras otros
supuestos problemas relacionados con la tecnología, como la adicción a los
móviles o a Internet que, desde su irrupción, han estado siempre presentes en
el debate público aunque no tanto entre los expertos.
“No está
nada claro que estos problemas puedan o deberían atribuirse a un nuevo
trastorno”, critican otros expertos
“Hay que
distinguir lo que son adicciones y lo que es uso problemático, por ejemplo, si
te causas daño a ti o a terceros con esa conducta”, explica la especialista
Helena Matute, en referencia a esta nueva clasificación de los juegos
digitales. Esta catedrática de Psicología Experimental de la Universidad de
Deusto recuerda que se incluyó el juego con apuestas en la última edición del
Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM, la biblia de
la psiquiatría). “Pero decía que hacía falta más investigación para estos otros
problemas, como el de los juegos multijugador de internet, por ejemplo”, señala.
Matute duda que desde aquella versión del DSM, de 2013, se haya generado la
suficiente literatura científica para dar este paso.
A
principios de 2017, cuando se supo que la OMS valoraba incluir los juegos
digitales como posible origen de trastornos mentales, un grupo de especialistas
publicó un artículo en el que criticaban seriamente la idea. “Las
preocupaciones sobre los comportamientos de juego problemáticos merecen toda
nuestra atención”, decían, pero sin embargo “no está nada claro que estos problemas
puedan o deberían atribuirse a un nuevo trastorno”. A partir de ahí, señalaban
sus dudas sobre la calidad de la base de investigación y la falta de consenso
sobre los síntomas a tener en cuenta. Por ello, creían que esta idea “tiene
repercusiones negativas en materia médica, científica, de salud pública y
social” por el pánico moral que puede provocar o la “aplicación prematura del
diagnóstico en la comunidad médica y el tratamiento de casos falsos positivos
abundantes, especialmente para niños y adolescentes”. Por todo ello, concluían
que la clasificación “debe eliminarse para evitar el desperdicio de recursos de
salud pública y para evitar causar daños a los videojugadores sanos de todo el
mundo”.
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