La credibilidad de la JCE puesta a prueba otra vez

Se trata de un apuro
que tiene al pleno de la JCE en una especie de “cámara de consejo”, ante un
problema espinoso que compromete su credibilidad, el tira y hala entre los
partidos y la política exterior, ya que están involucrados oreos estados.
Es posible que los
afanes por las elecciones suspendidas y las que se llevaron a cabo posteriormente
así como la pandemia del COVID-19 le hayan quitado balance a la JCE para
organizar debidamente las elecciones en el exterior que implican gran
logística.
Si por la presión de
los partidos fuera, especialmente por los de oposición, la JCE habría tomado
la decisión de hacer las elecciones en los Estados Unidos, España y otros
países que en lenguaje diplomático han dejado saber los inconvenientes debido
a la pandemia.
El gobernador de Nueva
York, Andrew Cuomo, en carta que firma su abogada y asistente general, Beth
Garvey, señala que “apoya el derecho de todos los newyorquinos a participar en
el proceso de la democracia, incluyendo a aproximadamente 250 mil ciudadanos
de la República Dominicana, quienes actualmente residen en el estado de
Nueva York”.
Tanto en esa carta
como en otra recibida al parecer por la Cancillería, se le recuerda a las
autoridades dominicanas la necesidad de que las elecciones tengan lugar en un
ambiente de respeto a la distancia física y a las medidas para enfrentar la
pandemia.
La advertencia de las
autoridades de NY, que ha sufrido más que ningún estado de la Unión el embate
del COVI-19, sería sido suficiente para que la JCE suspendiera las elecciones
en esa ciudad, para lo cual necesitarán más de 20 mil voluntarios y un
presupuesto enorme.
La Cancillería de
España le ha dicho a su contraparte dominicana que “no podía confirmar en
estos momentos la viabilidad de llevar a cabo el voto presencial en su
territorio”, al tiempo de recordarle que las votaciones podían hacerse por
correo que funciona normal.
El canciller dominicano,
Miguel Vargas Maldonado afirma que Canadá ha expresado de manera escrita su
disposición de no permitir un proceso electoral presencial. Ese país está
siendo víctima de la pandemia y como otros prefiere que las votaciones sean por
correo.
Sin los servicios
aéreos regulares entre los países, la JCE tendría que gastar un monto increíble
de dinero que no saldrán de otro lado que de los fondos de los
contribuyentes, no así de los recursos asignados a los partidos mensualmente
y de lo cual no dan informes.
Paliza se queja
El presidente del
Partido Revolucionario Moderno, PRM, José Ignacio Paliza politiza el tema al
denunciar que el Partido de la Liberación Dominicana, PLD, no quiere que hayan
elecciones en el exterior, donde en total se cuentan más de medio millón de
electores.
La impresión que se
aprecia al oír las opiniones de los opositores a la candidatura de Gonzalo
Castillo que es respaldada por el presidente Medina, es que las votaciones en
el extranjero serían la tabla de salvación de la candidatura de Luis
Abinader, del PRM.
Eso no parece coincidir
con la versión de varias encuestas en el sentido de que el empresario se
encuentra puntero en las preferencias electorales. Abinader, contrario a otros
opositores, no se opone a que las votaciones tengan lugar por correo.
La casuística no ayuda
tanto a los que se aferran al voto en el exterior. La abstención electoral fue
de 51.30% en los comicios de 2016. Es obvio que sea incógnita si la pandemia
del COVID-19, que habría matado a más de 1000 dominicanos en Nueva York,
podría alentar un desgano y una mayor abstención que lo usual.
La JCE ha tratado de
“curarse en salud”, conociendo la difícil situación de su eventual proclama,
al decir que el organismo “tiene la voluntad firme de cumplir con lo que manda
la ley”, pero “no podemos olvidar la situación del mundo, la situación de la
pandemia”, citas del presidente Julio César Castaños Guzmán.
En los Estados Unidos
el presidente Trump ha amenazado con retener los fondos federales a los
estados de Michigan y Nevada por la obstinación de sus gobernadores en respaldar
el voto por el sistema postal, como forma de evitar aglomeraciones de votantes
debido a la pandemia y a lluvias catastróficas la semana pasada.
Los ciudadanos de los
dos estados irán a las elecciones primarias el próximo 4 de agosto y a las
presidenciales el 3 de noviembre. En ambas aparecerá el nombre de Trump, que
es hasta el momento el único candidato que postularía el Partido Republicano.
Allá, contrario a RD, se cree que el voto preferencial favorece al que
gobierna.
Hasta la Iglesia
ataca
La Iglesia o por lo
menos el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo, monseñor Jesús
Castro Marte le reclama a la JCE “que debe de emplear todos los medios para
garantizar el voto en el exterior”. La Iglesia también ha presionado en lo
que podría entenderse como un involucramiento en asuntos políticos.
Cualquier elector
dominicano vería como razonable tal interferencia si fuera “comprensivo” con
la noción de la separación de Iglesia y Estado y con la realidad de que si
bien la institución espiritual se involucra en la política en favor de la
democracia, no la practica puesto que El Vaticano es una autocracia absoluta.
Cuando se aprobó el
tema del voto de los dominicanos en el exterior, los legisladores no tomaron
en cuenta, no ya la pandemia extraordinaria por la que pasa el mundo, sino si
eso podría interesar a los países donde viven los dominicanos. Desanidar esos
países cada cuatro años es una muestra de mala voluntad.
Estados Unidos condiciona
que si se celebran las elecciones presenciales en su territorio sea observando
las normas de seguridad y las derivadas de la pandemia, porque conoce también
cuán amigos de la garata son los dominicanos, que se enfrentan en Nueva York
como en Madrid en rifarrafes cuando las visitan los políticos.
Los legisladores no
tomaron en cuenta la posibilidad de que en el futuro y debido a la inmensa
población de haitianos residentes en la República Dominicana, se pidiera que
así como los dominicanos pueden votar en el exterior, los haitianos tengan el
mismo derecho aquí que en sus país.
Ni los políticos ni
el padre Castro se han detenido a pensar cuánto le costará a la JCE las
elecciones presenciales y a los Estados Unidos que tienen que dar protección a
numerosas mesas electorales que son manejadas por personal de la Junta no
acreditados porque, otra irregularidad, es que las juntas en el exterior
funcionen aparte de las misiones diplomáticas.
Fuente: www.listindiario.com.do
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