El PLD se juega la faja tras dos décadas en el poder

La popularidad del
PLD cayó en alrededor de un 30% desde que se produjo la histórica división en
octubre pasado. Su líder Leonel Férnández, presidente del partido y
expresidente de la República en tres ocasiones, abandonó la organización junto
a miles de seguidores que denunciaron un fraude en la convención interna.
Este acontecimiento
repercutiría cinco meses después en las elecciones municipales del 15 de
marzo, cuando el partido gobernante cayó derrotado en el Distrito Nacional y la
gran mayoría de las principales ciudades. Su principal rival, el opositor
Partido Revolucionario Moderno (PRM) tomó desde entonces el control del importante
poder municipal que conservaba el PLD desde 2006.
Con esta nueva
adversidad a cuesta, los peledeístas tienen que lidiar con la tripolarización
política, la pérdida de la mayoría en la Cámara de Diputados, ausencia de
inauguraciones presidenciales, el estado de emergencia, las licitaciones,
toque de queda, las víctimas del Covid-19, caída a 0% del crecimiento económico
y alza del dólar y de los precios de los combustibles.
La dirigencia del
PLD, leal a su ahora único líder, el presidente Danilo Medina, tiene que
correr contra reloj, en medio de una campaña electoral en tiempo de crisis que
desarrolla el candidato presidencial Gonzalo Castillo, sus 32 candidatos a
senadores y 190 a diputados. Ahora a merced de los millonarios programas
asistencialistas y la falta de fidelidad en los padrones y padroncillos del
partido.
Fantasma de la división
En la historia
política contemporánea del país ningún partido en el gobierno ha salido airoso
de una división interna en medio de un proceso electoral, salvo el presidente
Joaquín Balaguer cuando en 1970 su vicepresidente Francisco Augusto Lora, renunció
del Partido Reformista y formó para enfrentarlo el Movimiento de Integración
Democrática Antirreleccionista (Mida).
La particularidad es
que el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), principal de la oposición, y
su presidente Juan Bosch, se abstuvieron de participar en ese proceso.
La debacle comenzó en
1986 cuando el PRD protagonizó violentos actos divisionistas entre seguidores
del presidente Salvador Jorge Blanco, que apoyaban la candidatura presidencial
del líder José Francisco Peña Gómez, en contra de Jacobo Majluta. El resultado
fue la pérdida del poder tras ocho años de gobierno. En las elecciones de 1990
el PRD oficializó su división con Peña Gómez como su candidato presidencial, y
Majluta como candidato del nuevo Partido Revolucionario Independiente (PRI).
Ambos quedaron en un lejano tercer y cuarto lugar.
Durante las
adelantadas elecciones de 1996, cuando el PLD y Fernández llegaron por
primera vez al gobierno, con el apoyo del presidente Joaquín Balaguer se
produjo un fenómeno político atípico.
Balaguer, quien tenía
impedimento para reelegirse con el Partido Reformista Social Cristiano
(PRSC), favorecía a Carlos Morales Troncoso como candidato. Sin embargo,
Jacinto Peynado en claro desafío al líder se presentó en la convención y
triunfó.
Como respuesta, la
máxima dirección del PRSC mostró una pasmosa indiferencia electoral y Peynado
sucumbió a la tripolirización que se produjo entre él, Fernández-PLD y Peña
Gómez-PRD. Balaguer y la dirigencia reformista potencializaron su activismo
en la segunda vuelta formando el Frente Patriótico, pero jamás volvieron a
triunfar en unos comicios.
Para las elecciones
presidenciales del 2004 el presidente Hipólito Mejía impuso una reforma constitucional
para posibilitar su respostulación. El resultado fue una división del PRD,
tras la salida del presidente de la organización Hatuey De Camps, quien formó
a su vez el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD). Mejía y el PRD
fueron derrotados en primera vuelta por Fernández-PLD y jamás regresaron al
gobierno.
Tripolarización
La división del PLD
en este proceso, debido a las complejas circunstancias colaterales que la
rodean, se advierte con una magnitud mucho más profunda que las vividas por
el PRD y el PRSC, quienes se erigieron como los antagonistas más radicales en
las contiendas electorales desde 1966 hasta 1996.
Además, estamos en
presencia otra vez de una tripolarización, ahora con Luis Abinader-PRM, Gonzalo
Castillo-PLD y Leonel Fernández-Fuerza del Pueblo.
Este tipo de composición
política siempre ha enrarecido y dificultado los triunfos en primera vuelta.
Entonces, si se introduce un eventual escenario de segunda vuelva electoral,
tampoco se divisa de una manera diáfana el papel del PLD y su candidato, por
lo que el liderazgo de esta organización política tiene por delante una
intrincada labor, en los escasos días que restan para el 5 de julio.
Fuente: www.listindiario.com.do
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