La ruta del ‘peregrino’

“Yo lo recibí apenas
atravesó el túnel. Cargaba la cruz y estaba completamente solo, y con cara de
cansancio”, recuerda un oficial de la Policía Nacional que quiso mantener el
anonimato.
Continuó narrando que
llego a decir al peregrino que podía acercarlo a su destino, pero éste se negó.
“Lo acompañé con el vehículo, pero el siempre caminó. Lo recibí cerca de las
10:00 de la mañana del viernes y ya faltando 10 minutos para las 5:00 de la
tarde fue recibido por una multitud en Imbert”.
Tras confirmar su trayecto,
nació una duda: ya en diversos reportes se alegaba que el peregrino había
recibido escoltas del municipio Altamira, pero esto fue negado por el
oficial. “Todo el tiempo seguimos derecho hacia Imbert; nunca entramos a
Altamira. Nos mantuvimos recto por la avenida Circunvalación”, la vía que
recorre toda la provincia Puerto Plata.
Esta versión fue
luego confirmada por personal del cuerpo de bomberos de este municipio.
“Estábamos escuchando la radio y oímos a la alcaldesa de Imbert tirándonos la
culpa y diciendo que un camión de los bomberos de Altamira le dio escolta, pero
eso nunca fue así”, aseguró un miembro del ente de socorro público.
A las 4:50 el
peregrino arribó a Imbert, donde una multitud ya lo estaba esperando, según
Roberto Moran, un trabajador de la zona. ”Él llegó sólo, con una patrulla al
lado, pero era tanta la gente que estaba esperando que no se podía ver si
venía alguien más”, dijo.
A pesar de la
cercanía con el toque de queda, el peregrino se tomó cerca de 30 minutos, mientras
saludaba a la gente y rezaba con ellos.
Más tarde le
ofrecieron estadía y durmió en este municipio.
Llegó el sábado y
continuó la travesía, pero con decenas de personas que decidieron por “voluntad
propia” seguir lo como si de un profeta salvador se tratase.
Los pasos de Migdomio
Adames, ya descansados, retomaron su ritmo, haciendo su llegada al municipio
Maimon.
“A las 2:00 de la
tarde llegó aquí, entró a la iglesia y salió, luego de dos horas, para después
dirigirse a la estación de bomberos, donde durmió”, comenta Juaner John, quien
vio como cientos de seguidores invadían los alredores de su hogar, mientras otros
se unían a los que ya le seguían en medio de esta jornada de peregrinaje.
Y llegó el día,
domingo. cuando llegó a su destino final, no antes sin pasar por un mal trago.
Con sus cientos de seguidores de fondo, a los cuales se les había sumado
vehículos oficiales y privados, el peregrino atravesó el municipio cabecera de
Puerto Plata y abrió las puertas de la Catedral de San Felipe de Apóstol
Eran las 10:30 de la
mañana y sus seguidores esperaban, con la expectativa de que el obispo de
esta zona podría recibirlo, algo que no ocurrió, porque esta autoridad
religiosa se negó. Sentando proximo a la Catedral, Cecilio Hulloa recuerda el
momento cuando Adames salió rápidamente de la estructura. “Parecía molesto
porque el obispo no lo quiso recibir después de su viaje”, dijo.
Fue bastante efímera
su permanencia en la cátedral, pero su destino final estaba cerca: las aguas
del Océano Atlántico.
Con toda su caravana,
a las 11:30 de la mañana, Migdomio Adames bajaba su pesada cruz hacia las
aguas del Atlántico, ayudado por sus seguidores, mientras este, sonriente por
haber alcanzado su meta, y empapado de lo que seguro consideraba agua bendita,
cerraba su periplo con una oración final, en la que aseguraba “acabaría con el
Covid-19 en el país”.
Fuente: www.listindiario.com.do
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