Puerto Rico sigue desprotegido pese a riesgo de tormenta
San Juan, Puerto Rico.- El huracán María arrancó parte del
tejado de acero de la casa de Carmen Lidia Torres Mercado en la capital de
Puerto Rico. Nueve meses más tarde sigue teniendo una lona de plástico azul
para proteger su casa, a pesar de que la nueva temporada de huracanes empezó
hace dos semanas.
Torres señala los puntos por los
que la lluvia se cuela en el dormitorio de su casita, en la Barriada Figueroa
de San Juan. Cuando golpeó la tormenta, el pasado 20 de septiembre, las
estrechas calles se vieron invadidas por el agua.
Sin embargo, esta jubilada de 60
años dice que no tiene dinero para arreglarlo por su cuenta ni tampoco los
documentos de propiedad de la casa que necesita para solicitar asistencia de la
Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés).
“De verdad aquí no está apto para
vivir”, dijo Torres en una entrevista en su casa en una mañana reciente.
Casi nueve meses después de la tormenta
más devastadora que ha golpeado Puerto Rico en varias décadas, miles de
personas viven en circunstancias similares en toda la isla. Por todo el
territorio se siguen viendo las lonas azules o estructuras de plástico más
duras instaladas por el Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos, aunque la FEMA
y las agencias del gobierno local dicen no saber con certeza cuántos tejados
quedan por reemplazar.
Muchas personas no tienen seguros u
otros recursos para reconstruir por su cuenta. Aunque los gobiernos federal y
puertorriqueño ayudaron con subvenciones y préstamos, no ha sido suficiente en
una isla donde casi la mitad de la gente es pobre.
Algunos son arrendatarios, como
Gabriel Figueroa, un albañil independiente de San Juan que dice que el
propietario de la casa se mudó a Estados Unidos y no se ha molestado en
reemplazar los trozos de tejado levantados por la tormenta. Está ahorrando por
su cuenta los 2.000 dólares que necesita, pero aún no lo ha conseguido.
“No me gusta esperar mucho más.
Tengo niños y tengo que protegerlos”, comentó.
En general se han hecho progresos
significativos en la recuperación. Más del 95% de los puertorriqueños vuelve a
tener electricidad, agua y señal para celulares. Las empresas funcionan y las
carreteras ya no son anárquicas ahora que los semáforos vuelven a funcionar.
Hay indicios de recuperación económica y el gobierno indicó la semana pasada
que el desempleo en mayo era del 9,6%, el más bajo en casi 30 años.
Pero el estado de las viviendas
sigue siendo un desafío. Rafael Surillo, alcalde de Yabucoa, la pequeña
localidad en el sureste donde tocó tierra María, indicó que al menos 800 casas
de la localidad siguen con tejados provisionales o que hay que cambiar. En la
capital quedan al menos 2.000, según la oficina del alcalde de San Juan, y
varios miles más en la zona metropolitana.
Surillo explicó que quedan tantos
tejados provisionales porque la gente no puede solicitar préstamos o
subvenciones _a menudo porque no tienen los títulos de propiedad o les faltan
documentos_ o porque la suma que pueden recibir no basta para cubrir el coste
de las reparaciones. Las autoridades locales han trabajado con la gente para
conseguir nuevos documentos de propiedad, pero ha sido complicado.
“La reconstrucción ha sido
extremadamente lenta y peligrosamente lenta”, señaló el alcalde.
La FEMA, que aceptaba peticiones
iniciales de ayuda hasta el lunes, tiene una presencia visible en la isla. Ha
repartido 126.000 lonas azules y coordinado la instalación en casi 60.000
hogares de protecciones azules, más resistentes pero también provisionales, del
Cuerpo de Ingenieros. La agencia dijo haber aprobado 457.000 solicitudes de
asistencia individual, por un valor total de 1.300 millones de dólares.
La agencia federal, sin embargo, no
está pensada para sustituir a un seguro de vivienda, del que carecen muchos
puertorriqueños. La FEMA no puede arreglarlo todo pese a las expectativas de lo
contrario, señaló la portavoz Jo Ann Diaz. “Les ayudaremos hasta que estén en
la senda de la recuperación”, señaló.
Esa realidad ha ido calando poco a
poco en Puerto Rico. Doris Colón y Félix Márquez, una pareja de ancianos
retirados en Catano, al oeste de San Juan, dijeron haber recibido 500 dólares
de la FEMA que no les bastan porque María arrancó parte de su tejado y dejó la
casa expuesta a varios días de aguaceros que dañaron electrodomésticos, muebles
y los suelos de su casita.
Colón, de 75 años, señaló que “si
FEMA me diera un poquito más” podría llamar a alguien para que “me diera una
manita”, señalando que la familia había recibido ayuda adicional del gobierno
puertorriqueño y de una organización no gubernamental que normalmente trabaja
en África.
Otros vecinos del barrio han tenido
experiencias similares. Dilma González, de 47 años, dijo haber recibido 132
dólares de la FEMA para reparar daños en su tejado y su cocina que un
contratista valoró en al menos 6.000 dólares. No tenía seguro y no ha trabajado
desde la tormenta.
“Sí me preocupa porque ahora
estamos en el tiempo de tormenta, si viene un vientito más se la lleva, se la
lleva”, dijo gesticulando hacia su casa mientras charlaba con vecinos en la
calle.
Ángel Santos Rivera es uno de los
decenas miles que han solicitado ayuda de la FEMA pero no la han recibido. El
hombre, de 75 años, dijo que no sabe leer ni escribir, pero que recibió una
carta de la agencia indicando que no cumple los requisitos para recibir
asistencia porque no ha podido dar pruebas de que posee la casa en la que vive
desde hace 40 años.
En el segundo piso mostró un
destrozado archivador con el título de propiedad, al que le faltan todas las
páginas salvo la que lleva su firma compulsada por un notario. El hombre se
encogió de hombros mientras hablaba a la sombra de su balcón, bajo una luz
teñida de azul por la lona de plástico que le protege del viento y la lluvia.
“Eso son cosas de Dios. No hay nada
para hacer”, señaló. AP
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