Crisis del PLD revela el déficit de liderazgo
El senador y dirigente peledeísta
Reinaldo Pared Pérez habló en la Reunión Conjunta del Congreso y llamó “peregrino y absurdo” el criterio de
que las primarias abiertas son contrarias a la Constitución, y sin que tuviera
que nombrarlo, todo el mundo sabía que esos dos adjetivos los lanzaba contra
Leonel Fernández, presidente de su partido, para decirle algo así como “usted
no sabe de lo que habla”.
Cuando vi y escuché atento las
palabras de Reinaldo ante el Presidente, la Vicepresidente, los senadores, los
diputados, los jueces de las altas cortes, el cuerpo diplomático... y más aun
por todas las emisoras de televisión y radio, por cientos de vínculos en línea
y redes sociales, difundido para todo el país y el mundo, pensé: ¡Le dieron la
oportunidad a Leonel de contraatacar con fuerza y colocarse a la ofensiva!
Pero otra vez no. Leonel, en lugar
de contestar el insulto de Reinaldo, guardó silencio absoluto a pesar de que
gente muy cercana a su proyecto sigue defendiendo las primarias con padrón
partidario, y más que eso, impulsando las aspiraciones de su líder que chocan
frontalmente con la voluntad de Danilo Medina de ir por otro período.
Las descargas de Reinaldo contra
Leonel fueron el 27 de febrero de 2018, en pleno invierno caribeño, pero a
mediados de marzo, a horas del comienzo de la primavera, Leonel le contesta
(precisamente a él) con una cátedra sobre la post-verdad, que se publicó el
lunes 12 de marzo en la página 2 de Listín Diario, tratando de afirmar que el
senador del PLD-Distrito Nacional
encabeza una cruzada de tergiversación de la verdad para presentarla,
propagarla y embaucar a las masas para sus propósitos políticos, que parecen coincidir
con la reelección de Danilo.
No entiendo cuál es el “libreto”
que sigue Leonel para desarmar la nueva postulación de Danilo en la boleta del
Partido de la Liberación Dominicana (PLD), si lo golpean y no responde, pero
más aun, lo insultan inmerecidamente, dándole una oportunidad de confrontarse
con honor, y agacha la cabeza como si por sobre ella viniera un tren cargando
un millón de cadáveres.
Que le digan que es portador de
ideas o propuestas “peregrinas y absurdas” quizás no sea un insulto para él,
pues los más viejos recordamos su discurso en Santiago en la campaña para las
elecciones de 1996 donde narraba “al león golpeando al monito”, describiendo la
confrontación por la Presidencia entre él y José Francisco Peña Gómez.
Naturalmente, después del paquetazo
que lanzó su gobierno al final de ese año y las extensas movilizaciones que
comenzaron a sacudir su naciente poder, tuvo que recurrir al lecho hospitalario
de Peña Gómez en Estados Unidos para que regresara al país, hablara y tratara
de detener la avalancha popular que se le venía encima.
Fue tan importante la misión de
convencer al doctor Peña Gómez de que regresara y calmara a las masas
perredeístas y de izquierda en el año 1997, que entre los enviados ante el
entonces líder perredeísta estaba nada más, pero nada menos, que Juan Bosch,
que se entiende aceptó ese encargo por sus comprobados padecimientos de
Alzheimer, pues desde inicios de 1973 no se juntaba con José Francisco y si
hablaba de él era para destruirlo política y moralmente.
¿Político o pedagogo?
Tal vez tenga yo un concepto ideal
de la política y un estereotipo del táctico que se distancia mucho de los
políticos pragmáticos que son capaces de forjar una carrera partidaria adornada
de ideas progresistas y al final terminan como los conservadores más
pragmáticos.
A ese tipo de comportamiento -sea
político o de cualquier otro ámbito- en las montañas altas de Ocoa, donde pasé
los primeros cinco años de mi niñez soportando fríos intensos todo el tiempo,
le llamaban los adultos: “Hizo una carrera de caballo que terminó con una
parada de burro”.
Fue lo que le pasó a Mijaíl
Gorbachov, el dirigente que rindió sin batalla a la Unión Soviética ante un
presidente norteamericano -Ronald Reagan- afectado por Alzheimer y que salvó su
vida porque los servicios de inteligencia cubanos -con quien Estados Unidos no
tenía relaciones- alertaron a sus pares norteamericanos de un inminente y muy
peligroso segundo atentado contra su vida, que no solo fue comprobado, sino
detenidos los complotados, incautado el armamento y discretamente agradecido el
gesto cubano.
Como Gorbachov, que rindió a una
potencia que tenía la gloria de haber derrotado al fascismo en Europa y Asia,
que tenía armas tan poderosas que casi 30 años después siguen demostrando que
eran capaces de defender su sistema y su territorio, en República Dominicana
hay dirigentes políticos con aspiraciones presidenciales interminables que
rindieron las ideas de liberación nacional y terminaron como neoliberales
privatizadores, pero a la vez, cortaron la punta de su lápiz de tácticos para
terminar como doctos de la pedagogía.
Un líder político real jamás
abandona a su pueblo ni a sus compañeros aunque se vea abatido por las peores
tempestades, al igual que un guerrero verdadero no deja a un soldado herido o
rodeado en el campo de batalla porque sabe que corre riesgo de caer en las
garras del enemigo y que este lo humille y lo remate.
¡Hay que arriesgarlo todo para
estar junto a los suyos (pueblo o seguidor político) en los peores momentos de
la amenaza e incluso de la eventual derrota! Ahí el valor político viene de la
moral y de los principios en que se sustenta el liderazgo.
Pero lo que vemos aquí y ahora es a
dirigentes políticos que apoyan el retorno de un expresidente, batiéndose con
sus oponentes -que no son otros que los detentadores del poder- y su líder no
se refiere a eso para nada y en cambio escribe la “parábola de la post-verdad”.
Ya se está volviendo “viral” que
los políticos dominicanos más conspicuos post Balaguer, Bosch y Peña Gómez no
tengan puntos de referencia elementales para diferenciarse de los mercaderes y
embaucadores, cazadores de oportunidades resguardados por personajes ambiciosos
y sin alma.
Eso explica -quizás- el desorden
migratorio, el colapso del sistema de salud, la epidemia de feminicidios y embarazo
adolescente, el auge del narcotráfico, la delincuencia, la corrupción y el
profesionalismo de los sicarios, para los que no hay estrategias ni políticas,
sino “jornadas y operativos” destinados solo a detener el “ruido”.
Y si escribo estas cosas a riesgo
de ofender a ilustrísimas señorías, lo hago para ver si jóvenes se espabilan y
a la inmensa potencialidad productiva y la belleza de este territorio, un día
se le puede llamar país y a sus habitantes, ciudadanos.
Si este país sigue calcando el
liderazgo de ambiciones y cobardías subsecuentes que neutralizan las energías
de todo un pueblo y borran los ejemplos de hidalguía y sacrificio, estamos
perdidos y la desgracia -no tarde- golpeará a millones.
Fuente: www.listindiario.com.do
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