Maduro recibe duro golpe de EEUU en alta tensión por protestas en Venezuela
CARACAS. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, recibió
este jueves un duro golpe de Estados Unidos, que sancionó a ocho magistrados
claves en su batalla con la oposición, volcada desde hace siete semanas en una
ofensiva en la calle para sacarlo del poder.
El Tesoro estadounidense anunció sanciones económicas contra
el presidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Maikel Moreno, un
controvertido juez cercano a Maduro, y otros siete magistrados a quienes acusa
de fallos que “usurparon” la autoridad del Parlamento, de mayoría opositora.
La canciller venezolana, Delcy Rodríguez, consideró
“inadmisibles” las sanciones que ponen en evidencia “la autoría y dirección de
EEUU en la desestabilización de Venezuela”, según escribió en Twitter.
También este jueves, el presidente estadounidense Donald
Trump calificó la crisis de Venezuela como una “vergüenza para la humanidad”,
situación que dijo no se ha visto “en décadas” en la región.
“Uno ve la riqueza de ese país y se pregunta ¿Por qué está
ocurriendo esto? Pero es que el país ha sido administrado increíblemente mal”,
añadió Trump durante una conferencia de prensa junto al presidente de Colombia,
Juan Manuel Santos.
Sin referirse a Trump o a la decisión del Tesoro, Maduro
aseguró que Estados Unidos “salió derrotado” de la reunión en la que el Consejo
de Seguridad de Naciones Unidas abordó el miércoles la crisis venezolana.
A cambio, dijo haber recibido apoyo del presidente ruso
Vladimir Putin en una conversación telefónica.
“Nos reprimen inútilmente”
El gobierno impidió salir del país este jueves al líder
opositor Henrique Capriles, quien iba a denunciar en Nueva York ante el Alto
Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, Zeid Ra’ad Al Hussein, la
“represión” en las protestas, que dejan 45 muertos desde el 1 de abril, según
la Fiscalía.
Tras salir del aeropuerto, Capriles, quien dijo que su
pasaporte fue “anulado”, se sumó a la marcha de miles de opositores que
pretendían llegar al Ministerio del Interior, en el centro de Caracas, pero
fueron bloqueados por las fuerzas de seguridad.
Desde tanquetas blindadas, militares y policías lanzaron
bombas lacrimógenas contra los manifestantes, algunos de los cuales,
encapuchados, con escudos improvisados y máscaras antigases, respondieron con
cócteles molotov y piedras.
Aunque la violencia aumenta, la coalición opositora Mesa de
la Unidad Democrática (MUD) anunció en rueda de prensa que el sábado hará una
gran movilización en todo el país.
El viernes realizarán asambleas ciudadanas. “Nos reprimen
inútilmente, la gente va a seguir resistiendo (…) hasta vencer a la dictadura”,
dijo en la marcha el vicepresidente del Legislativo, Freddy Guevara.
El gobierno y la oposición se responsabilizan mutuamente de
la violencia, mientras que la Fiscalía investiga las muertes, por las cuales ha
señalado a grupos armados no identificados, y ha imputado a civiles, policías y
militares.
“Cada vez que es asesinado un venezolano más, más gente
saldrá a luchar”, aseguró el diputado Juan Andrés Mejía.
La oposición venezolana responsabiliza al ministro de
Interior, Néstor Reverol, un prominente general también sancionado por Estados
Unidos por narcotráfico, de liderar una “brutal represión”. El gobierno acusa a la oposición de
“terrorismo” y de apelar a la “insurgencia armada” para derrocarlo con la ayuda
de Washington.
“Confrontación entre
hermanos”
La tensión aumentó luego de que Maduro dispusiera el
miércoles enviar 2.600 militares al estado Táchira (frontera oeste con
Colombia), donde desde el lunes se registran saqueos y disturbios. Unos 500
efectivos ya habían llegado.
La noche de este jueves se intensificaron los disturbios en
la localidad de Tovar, en el estado Mérida (oeste), donde tres militares y
decenas de manifestantes resultaron heridos, tres por disparos de bala, afirmó
a la AFP el alcalde Mérida, Carlos García.
También hubo disturbios en el oeste y en las afueras de
Caracas, y en los estados Táchira y Barinas (oeste).
Las protestas estallaron luego de que el TSJ asumiera
temporalmente las funciones del Parlamento.
Pero la convocatoria por parte del gobierno a una Asamblea
Constituyente caldeó más los ánimos de la oposición, que acusa a Maduro de
buscar con ello evitar elecciones.
“Quiero con la Constituyente reparar a tiempo el inicio de
una insurgencia armada”, dijo Maduro.
Unas 700 personas han sido detenidas, de ellas 159 siguen presas por
orden de tribunales militares, según la ONG Foro Penal, lo que ha sido
criticado por grupos de derechos humanos, gobiernos y organismos internacionales.
“Comienza a vislumbrar la tentación de una confrontación
entre hermanos. Rechazamos la violencia y la represión desproporcionada”,
manifestó monseñor Diego Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal
Venezolana.
Aunque acusa a la Iglesia católica de actuar como “un partido
político opositor”, Maduro celebró que sus jerarcas hayan aceptado reunirse con
funcionarios del gobierno para abordar el tema de la Constituyente. AFP
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