Apartamento de playa podría impedir a Luiz Inácio Lula da Silva volver a optar a la presidencia de Brasil
Brasil . — Un departamento en primera línea de playa ocupa el
centro de un caso de corrupción que podría impedir a Luiz Inácio Lula da Silva
volver a optar a la presidencia de Brasil.
Lula es el favorito en las
encuestas para los comicios presidenciales de octubre, pero el año pasado fue
condenado por corrupción y lavado de dinero en un caso ligado a la vivienda y
un panel de jueces debe decidir el miércoles sobre su apelación. Si se ratifica
su condena, el todavía popular político, que dirigió el país entre 2003 y 2010,
podría quedar excluido de la carrera electoral.
Aunque Lula nunca fue el
propietario del apartamento, la fiscalía dijo que la constructora OAS se lo
prometió como soborno. Luego de alcanza un acuerdo judicial, un antiguo
director general de la empresa testificó que la casa estaba reservada para el
exmandatario.
Sergio Moro, el juez que coordina
la gigantesca investigación anticorrupción “Autolavado” que ha agitado el país
en los últimos años, condenó a Lula tras determinar que dirigió una trama
corrupta para conceder a OAS contratos gubernamentales por valor de más de 25
millones de dólares a cambio del departamento, que en ese momento costaba unos
600.000 dólares.
Lula y sus abogados alegan que el
expresidente nunca fue dueño ni residió en el departamento, y que solo lo
visitó una vez para considerar una oportunidad de negocio que nunca salió
adelante.
La vivienda, de 297 metros
cuadrados (3.197 pies cuadrados) en el complejo Solaris, está frente a Playa
Asturias, una de las más concurridas de Guaruja, una ciudad decadente que en su
día fue el centro de recreo para la élite del estado de Sao Paulo. Algunos
grandes nombres siguen pasando tiempo en la ciudad, incluyendo el astro del
fútbol Neymar, pero ninguno cerca del edificio Solaris.
La gente de la zona se refiere al
inmueble de 18 plantas y un total de 128 departamentos como el “edificio de
Lula”.
Inaugurado en 2014, el Solaris
cuenta con balcones de cristal menos en el departamento de la azotea,
supuestamente reservado para el expresidente. En esa vivienda hay una modesta
piscina, una barbacoa y una zona con muebles de madera, según puede verse desde
el aire.
El complejo está entre una
heladería que vende dulces baratos, una sencilla tienda de artesanía y
edificios construidos hace al menos cuatro décadas.
En frente del Solaris hay un puesto
de sándwiches llamado Lula Lanches, aunque no guarda relación con el
exmandatario.
“Hay gente que viene a comprar aquí
por él y otros que no vienen diciendo que no quieren darle dinero a Lula”,
bromeó Lucía Silveira. “Este se ha convertido en un lugar turístico en la
ciudad”.
La mayoría de las personas que van al
edificio Solaris lo hacen en enero y febrero, coincidiendo con el verano
austral, y alquilan viviendas que rondan los 80 metros cuadrados (860 pies
cuadrados). Una de esas casas se alquila a través la plataforma de internet
Airbnb por 40 dólares la noche.
El abogado de Lula, Cristiano
Zanin, dijo durante una entrevista con The Associated Press que la familia del
exmandatario compró en 2005 los derechos para adquirir una vivienda de 80
metros cuadrados a una cooperativa llamada Bancoop, que tenía varios edificios
en el estado de Sao Paulo. Cuatro años más tarde, cuando Lula todavía ocupaba
la presidencia del país, Bancoop quebró y fue adquirida por OAS.
Moro, el magistrado de condenó a
Lula, determinó que el delito se cometió cuando el político aceptó una vivienda
más grande y renovada en el complejo.
La esposa de Lula, Marisa Leticia,
que falleció el año pasado, reconoció haber visitado el Solaris en más de una
ocasión, pero los abogados del expresidente dicen que eso no demuestra nada.
“Lula nunca fue el propietario,
nunca recibió las llaves del departamento, nunca pasó una noche allí”, señaló
Zanin. AP
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