LAS CAÑITAS Mirita: una Nochebuena incierta



Katheryn Luna
katherine.luna@listindiario.com
Santo Domingo

La Navidad para muchos es alegría, pero para doña Edelmira es solo un tiempo triste que debe vivir cada año. Su mayor tormento es ser viuda y velar por la crianza de cinco nietos y un bisnieto, sin tener la más mínima posibilidad ni condición para hacerlo.

Edelmira de los Santos o Mirita, como la apodan los vecinos, vive entre la pobreza, la tristeza y desesperanza, que le dejó la muerte de su esposo hace 14 años, con cinco hijos, uno de los cuales también falleció hace poco.

“Vivo de la misericordia”, dice con mirada de tristeza al recordar que hay días que sólo puede cocinar una vez, lo que la deja con pocas esperanzas de llevar a su boca una manzana en Nochebuena.

La dama, al considerar la posibilidad de tener que cocinar para la cena, recuerda que no tiene estufa ni tanque de gas para cocer algún alimento, ni nevera para guardar.

Tampoco tiene lavadora, ni sillas, solo su cama vieja que puede desplomarse en cualquier momento por su tiempo y deterioro. Lo único de valor que posee es un televisor de 12 pulgadas que se sacó en una rifa el Día de las Madres.

Necesidad
La mujer cuenta que la casa donde vive con sus nietos y uno de sus hijos la mandó a construir el presidente Leonel Fernández Reyna, en 1998, cuando ella le pidió ayuda porque su vivienda estaba hecha de madera y zinc, y estaba en malas condiciones.

Dijo, al recordar con desesperanza, que la casa ubicada en el sector Las Cañitas, en la calle Luz del Alba, nunca fue terminada y solo tiene las paredes de block, pero la dejaron sin baño, techo, empañete, puertas ni ventanas, por lo que con dificultad tuvo que terminarla con madera y zinc.

La casita de doña Mirita aún continúa sin baño, por lo que ella y sus nietos de ocho, nueve, 12, 13 y 17 años, tienen que bañarse en el patio o dentro de la casa, y pedir permiso para usar el baño de un vecino en caso de otras necesidades.

“A veces pasamos hambre, porque si mi hijo no consigue no podemos comer nada y los muchachitos entonces comienzan a preguntarme qué les voy a dar de comer”, dijo con pesar.

Timoteo de los Santos, uno de sus hijos y quien vive con ella, dijo que lamenta no poder ayudar más, ya que vende chicharrones por la calle y se ha cansado de buscar un empleo fijo.

Expresó que aunque no poseen nada de valor, teme por su madre, ya que los ladrones han intentado entrar varias veces en la vivienda.

La última Nochebuena
La única Nochebuena que recuerda con alegría doña Mirita es la que compartió con su esposo Teófilo Correa antes de morir, quien, según Mirita, se preocupaba por llevar aunque sea una ensalada para cenar y celebrar la Navidad.

“Es duro cuando uno se acostumbra a algo, y él se apuraba mucho y se preocupaba por mí”, recuerda con dolor. Hoy, la dama vive con sus nietos huérfanos y un bisnieto, hijo de su nieta de 17 años, que fue abandonada por el padre de la criatura, 12 años mayor que ella, y un hijo que solo lleva dinero a casa cuando hace alguna venta.

“La Navidad para mí es triste. Ese día pasa como todos, en la casa con mis nietos, esperando que amanezca”, expresó. A Mirita le gustaría poder pasar una Navidad sin carencias con sus nietos y brindarles una Nochebuena. Pero la de ella no deja de ser una Nochebuena incierta a la espera de una mano generosa que se extienda a su favor.

FUENE: http://www.listin.com.do/la-republica/2011/12/22/215715/Mirita-una-Nochebuena-incierta

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