El bloqueo político español alarga parálisis administrativa y presupuestaria

El socialista español Pedro Sánchez,
que preside el Ejecutivo en funciones, ganó con mayoría simple (123 de 350
diputados) los comicios del 28 de abril, pero no ha podido asegurarse el apoyo
de otras fuerzas parlamentarias para repetir como jefe del Gobierno.
El Parlamento ha funcionado durante
todo este tiempo a bajo rendimiento, prácticamente sin actividad legislativa,
mientras siguen aparcadas iniciativas sobre la regulación de la eutanasia y la
reforma educativa, entre otras. Y volverá a cerrarse durante otros dos meses,
aproximadamente, si finalmente hay nuevas elecciones.
Si el lunes próximo el Congreso no ha
respaldado a un nuevo presidente del Ejecutivo, como se prevé puesto que no hay
ningún candidato, los españoles votarán de nuevo el 10 de noviembre, aunque no
está claro que los resultados electorales faciliten la formación de un gobierno
o se mantendrá un similar reparto de escaños.
Serían las cuartas elecciones
generales en el plazo de cuatro años, muestra de la inestabilidad política
española.
El gobierno del conservador Mariano
Rajoy (Partido Popular) estuvo en funciones durante más de diez meses en 2016,
después de dos elecciones generales: las de junio de aquel año y las anteriores
de diciembre de 2015.
SIN PRESUPUESTOS
La ministra de Economía en funciones,
Nadia Calviño, subrayó este miércoles que España necesita un gobierno estable
de cuatro años y con vocación europeista para tratar desequilibrios no
resueltos como el desempleo, la deuda pública o la desigualdad, y para afrontar
el reto de la transformación digital y ecológica.
Y la principal organización
empresarial del país (CEOE), preocupada por la inestabilidad política, urgió
las medidas necesarias para hacer frente a la ralentización económica y los
riesgos económicos internacionales.
Pero un gobierno en funciones hace
"lo imprescindible, lo mínimo", y generalmente es el período
"más complicado" para la Administración Pública, explica a EFE María
José Canel, catedrática de Comunicación Política de la Universidad Complutense
de Madrid.
"Todo se paraliza en el sentido
de que, literalmente, no se toman decisiones; lo único que se puede hacer en
funciones es aplicar lo ya decidido", añade.
La consecuencia más visible de esta
situación es que el Gobierno en funciones no puede elaborar un proyecto de
Presupuestos - en este caso para 2020 - ni puede modificar los vigentes por
medio de un decreto ley, precisamente porque está limitado en sus facultades.
Así, una infinidad de medidas
económicas, partidas financieras y proyectos seguirán dependiendo de los
Presupuestos de 2018, ya prorrogados en 2019, después de que el Parlamento
rechazara en febrero pasado la propuesta de Sánchez para unas nuevas cuentas
públicas.
Paradójicamente, Sánchez tiene que
gobernar con los Presupuestos de 2018, elaborados por el anterior gobierno
conservador, y que tendrán que ser prorrogados por segunda vez, algo inédito en
la democracia española.
Los Presupuestos incluyen las
previsiones macroeconómicas, de gastos e ingresos, la actualización de las
entregas a cuenta de la financiación de las regiones, la revalorización de las
pensiones y la subida del sueldo de los funcionarios y del salario mínimo.
Un ejemplo: la revalorización de las
pensiones públicas españolas según la inflación anual está asegurada por ley
para 2018 y 2019, pero no para 2020.
"Que no haya ni mando político
(con facultades plenas de gobierno) ni Presupuestos que definen el proyecto
político afecta a todo. No se pueden tomar decisiones sobre cuestiones que son
muy relevantes y que sobrevienen como es el 'brexit', la desaceleración
económica, el tema del cambio climático", constata Canel.
En definitiva - resume-, afecta al
funcionamiento propio del país. "Es como si un barco tuviera que atravesar
una zona de tempestades, y en el mando no hay claridad de por dónde tiene que
moverse el timón."
Y todo esto tiene consecuencias:
"Baja la contratación pública, se paraliza la aplicación de proyectos que
no se hayan completado y, además, reina en el ánimo de la Administración
Pública un estado de desazón, una desmotivación (...), aparte de la
incertidumbre", concluye.
PERIODO TRANSITORIO
Pero la capacidad normativa del
Gobierno en funciones, según las leyes españolas, está limitada al despacho
ordinario de los asuntos públicos y solo puede adoptar medidas en caso de
urgencia o interés general acreditados.
En estas circunstancias, el ejecutivo
de Sánchez podría tener que enfrentarse a un problema grave: un eventual
recrudecimiento de las tensiones independentistas en la región autónoma de
Cataluña si el Tribunal Supremo condena a los líderes secesionistas juzgados
por el referéndum catalán ilegal de "autodeterminación" de 2017 y la
declaración unilateral de independencia que aprobó el Parlamento catalán, en
contra de la Constitución.
Canel recuerda que el Ejecutivo en
funciones está pensado para un periodo transitorio entre el Gobierno saliente y
el nuevo tras unas elecciones, pero no para un tiempo indefinido, como está
ocurriendo en España. Y plantea que constituciones como la alemana y la
española prevean qué hacer cuando esta situación se alarga meses y meses. EFE
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