Haitianos salen de RD por temor a deportaciones
Por AP- Con dos colchones, algunas viejas sillas de plástico y ropa,
Eragene Moncher emprendió con dos de sus seis hijos el regreso a su Haití natal
ante el temor de ser deportados de República Dominicana, donde vivió los
últimos 22 años y vio nacer a toda su familia.
"Ahora uno viene sin nada; estoy pensando cómo vamos a
vivir", dice el trabajador agrícola de 41 años mientras aborda con sus
hijos de 12 y nueve años un mototaxi de carga en el paso fronterizo de
Ouanaminthe, en el noreste de Haití.
Tras haber permanecido la mitad de su vida en una zona rural
dominicana, donde nacieron sus seis hijos, Moncher esperaba establecerse
temporalmente en la casa de una hermana cerca de Puerto Príncipe, pero
reconoce: "Quién sabe si me reciben, si no tienen con qué". El hombre
prevé llevarse de forma paulatina a su esposa y al resto de su familia a Haití.
Miles de personas nacidas en Haití o de ascendencia haitiana
no están esperando a ver si van a ser desplazados a la fuerza de República
Dominicana ahora que la fecha límite para solicitar la residencia legal en el
país ha expirado.
El vencimiento de este período de un año ha provocado un
éxodo masivo de personas a Haití que no cumplieron con los requisitos para
quedarse en República Dominicana. Otros pocos planean esperar a que inicie un
temido plan de deportaciones masivas. Los que ya partieron comenzarán una nueva
vida, incierta en Haití, la región más pobre de la isla La Hispaniola, como se
conocía a la isla que hoy comparten los dos países.
Según cifras de la dirección de Migración dominicana, cerca
de 40.000 personas han salido de ese país hacia Haití luego de que el gobierno
dominicano concluyera el 17 de junio las inscripciones del denominado plan de
regularización para que todos los extranjeros sin permiso migratorio
legalizaran su estatus o, de lo contrario, abandonaran el país.
Al término del plan, que duró un año, unas 288.500 personas
se habían inscrito de los cerca de 524.000 extranjeros que se estima viven en
el país sin permiso migratorio, en su mayoría haitianos, como los miles que
durante gran parte del siglo XX fueron llevados a trabajar en precarias
condiciones y magras remuneraciones a los cañaverales dominicanos, donde
procrearon a sus familias y no volvieron más a Haití.
Moncher no sólo se inscribió en el plan, sino que está entre
los cerca de 5.000 que ya cumplieron todos los trámites, pero teme, con base en
rumores, que nunca le entreguen su anhelado carné de residencia y lo deporten
sin aviso, separando a su familia, ya que su hija mayor tiene documento que la
acreditan como dominicana, mientras sus hijos menores carecen del acta de
nacimiento.
Desde los años 90 se han reportado tres olas de deportaciones
masivas en las que los afectados eran detenidos y llevados a la frontera sin
poder reunir sus pertenencias ni a sus familias.
"Dicen que los van deportar; déjame mudar antes, antes
de que me den golpes", dice Wasley Abraham, un albañil de 24 años que
vivió los últimos seis en el barrio Los Mameyes, en las afueras de la capital
dominicana, y no logró inscribirse para legalizar su estatus.
Para viajar a su natal Port-de-Paix, Abraham abordó en el
puente internacional Dajabón-Ouanaminthe un mototaxi de carga con su esposa, su
hija nacida hace tres años en Santo Domingo y todas sus pertenencias, incluida
la bicicleta rosada de la niña.
El plan de regularización estaba previsto en la ley desde
2004, pero entró en vigencia con 10 años de atraso luego que el Tribunal
Constitucional exigió su puesta en marcha en una polémica sentencia en la que
también ordenó anular, mediante juicios individuales, la nacionalidad de todas
las personas nacidas en el país entre 1929 y 2007 de padres extranjeros sin
permiso de residencia, afectando a miles de descendientes de haitianos.
Las autoridades dominicanas aseguran que revalidarán la
nacionalidad a 55.000 personas con base en una ley aprobada en 2014 ante la
presión internacional contra el fallo del Tribunal. Para los descendientes de
inmigrantes que nunca tuvieron acta de nacimiento, como los hijos de Moncher,
el gobierno creó otro programa para inscribirlos como extranjeros y darles la
opción de naturalizarse en un plazo de dos años. Cerca de 9.000 personas se
inscribieron en ese programa.
El presidente dominicano Danilo Medina aseguró recientemente
que "en nuestro país ni hay, ni habrá deportaciones indiscriminadas o
colectivas" y el canciller Andrés Navarro explicó esta semana que cada
caso será analizado de forma individual antes de proceder a la repatriación.
Para ello el gobierno habilitó un centro de detención para
verificar el estatus de los inmigrantes antes de deportarlos.
"No me puedo quedar más", dijo Miguelle Saint
Juste, un albañil haitiano de 28 años, mientras junto a su esposa Simonne y sus
hijas de cuatro, tres y dos años esperaba en Santo Domingo un vehículo provisto
por el gobierno dominicano para llevar a la frontera a quienes quisieran ser
repatriados voluntariamente.
Pese a haberse inscrito en el programa para legalizar su
estatus, Saint Juste decidió regresar a Haití porque es consciente que no podrá
reunir todos los documentos en el plazo previsto. "Es difícil, se gasta
mucho dinero y no se consigue papeles", explica mientras carga hacia el
auto uno por uno los siete bultos y una televisión que conforman su mudanza.
Las repatriaciones voluntarias y eventuales deportaciones
generaron una nueva crisis entre los dos países que comparten la isla La
Hipaniola y una larga historia de tensiones políticas y comerciales, y de
generaciones de haitianos que han cruzado a República Dominicana a desempeñar
trabajos de baja remuneración en la agricultura o la construcción.
También han enfrentado discriminación y periódicas
represiones.
El primer ministro haitiano Evans Paul advirtió que la
situación creará una crisis humanitaria y aseguró que el 1 de julio 21 personas
fueron deportadas, incluidos ocho menores de edad que tenían documentos para
permanecer en República Dominicana.
La Organización de Estados Americanos celebró dos sesiones
extraordinarias de su consejo permanente y envió una misión a ambos países para
evaluar la situación.
Para los organismos de derechos humanos, la mayor
preocupación es la eventual expatriación de los nacidos en República Dominicana
y que por ser hijos de inmigrantes en situación irregular carecen de
documentos.
"Esas personas siguen en situación de ser
indocumentados, no tienen ningún tipo de nacionalidad al momento", además
de que no conocen Haití y no dominan su lengua, explicó a la AP Chiara Ligouri,
investigadora de Amnistía Internacional en el Caribe.
La organización aseguró que en una visita de dos semanas a
bateyes, comunidades dentro de cañaverales con alta presencia de haitianos y
sus descendientes, encontró más de 100 casos de personas que carecen de acta de
nacimiento.
Como sólo cerca de 9.000 personas sin acta de nacimiento se
inscribieron en el plan que les permitirían naturalizarse dominicanos, el
ministro de Interior y encargado del proyecto, Ramón Fadul, reconoce que puede
haber más, pero se pregunta: "¿dónde están?"
"Que simplemente este gobierno tome una camioneta y se
vaya unos días a los bateyes, donde hay muchísimas" personas que no tienen
ningún documento, comentó Robin Guittard, encargado de campañas de Amnistía
Internacional para el Caribe. "Hay muchísimos, la verdad que sí, pero se
niega la existencia de esta gente".
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