Discurso del presidente Barack Obama sobre el Estado de la Unión

Señor Presidente de la Cámara de
Representantes, Señor Vicepresidente, miembros del Congreso y conciudadanos:
“La sombra de la crisis ha pasado y el
Estado de la Unión está fuerte”
Han pasado quince años de este nuevo
siglo. Quince años que comenzaron con la presencia del terror en nuestras
costas; que transcurrieron con una generación en dos guerras largas y costosas;
que vieron una recesión brutal que se expandía por nuestra nación y por el
mundo. Han sido, y aun son, tiempos difíciles para muchos.
Pero esta noche vamos a dar un giro.
Esta noche, después de un año de
logros significativos para Estados Unidos, nuestra economía crece y genera
empleos al ritmo más rápido desde 1999. La tasa de desempleo es ahora menor de
lo que era antes de la crisis financiera. Más de nuestros hijos se gradúan hoy
que antes; más de nuestra población tiene seguro médico hoy que antes; somos
más libres de las garras del petróleo extranjero de lo que hemos sido en casi
30 años.
Esta noche, por primera vez desde el
11 de septiembre, ha terminado nuestra misión de combate en Afganistán. Hace
seis años, casi 180,000 tropas estadounidenses prestaron servicio en Irak y
Afganistán. Hoy quedan menos de 15,000. Y rendimos homenaje al valor y al
sacrificio de todos los hombres y mujeres en esta generación del 11 de
septiembre que ha prestado servicio para garantizar nuestra seguridad. Nos
sentimos agradecidos y honrados por su servicio.
Estados Unidos, por todo lo que hemos
sufrido; por toda la determinación y el trabajo duro requeridos para volver;
por todo el trabajo que tenemos por delante, es importante saber esto:
La sombra de la crisis ha pasado y el
Estado de la Unión está fuerte.
En este momento, con una economía en
crecimiento, una disminución de los déficits, una industria desbordante y una
producción energética en auge, hemos salido de la recesión con más libertad
para escribir nuestro propio futuro que cualquier otra nación en la Tierra.
Ahora depende de nosotros elegir quiénes queremos ser en los próximos quince
años y en las décadas venideras.
¿Aceptaremos una economía en la que
solo algunos de nosotros vivamos espectacularmente bien? ¿O nos comprometeremos
a desarrollar una economía que genere sueldos que aumentan y oportunidades para
todos aquellos que se esfuercen?
¿Nos enfrentaremos al mundo con miedo
y reactivos, arrastrados a conflictos costosos que ejerzan presión en nuestras
fuerzas armadas y reduzcan nuestra posición? ¿O nos guiaremos de forma
inteligente, usando todos los elementos de nuestro poder para derrotar nuevas
amenazas y proteger a nuestro planeta?
¿Vamos a dejar que lleguemos a
dividirnos en facciones y nos enfrentemos los unos contra los otros, o podremos
recuperar el sentido de propósito común que siempre ha propulsado a Estados
Unidos hacia adelante?
En dos semanas, mandaré al Congreso un
presupuesto lleno de ideas prácticas, no partidistas. Y en los meses que vienen
cruzaré el país para defender mi postura en cuanto a esas ideas.
Por eso, esta noche, quiero centrarme
menos en una lista de propuestas y centrarme más en los valores que están en
juego a la hora de tomar las decisiones que se nos presentan.
Empieza con nuestra economía.
Hace siete años, Rebekah y Ben Erler
de Minneapolis estaban recién casados. Ella era camarera. Él trabajaba en la
construcción. Su primer hijo, Jack, estaba en camino.
Eran jóvenes, estaban enamorados en
Estados Unidos y había muchas posibilidades de mejorar eso.
"Si tan solo hubiéramos
sabido", me escribió Rebekah en la primavera, "lo que estaba a punto
de suceder en el sector inmobiliario y de la construcción". Con la
agudización de la crisis, el negocio de Ben cayó en picada, por lo que él
aceptó cualquier trabajo que pudo encontrar, incluso si eso significaba tener
que viajar durante largos períodos de tiempo. Rebekah consiguió préstamos de
estudiante, se inscribió en un colegio comunitario y tomó la decisión de
cambiar de profesión. Se sacrificaron el uno por el otro. Y poco a poco vieron
el fruto. Compraron su primera vivienda. Tuvieron su segundo hijo, Henry.
Rebekah consiguió un trabajo mejor y luego un aumento de sueldo. Ben ha vuelto
a la construcción, y llega a casa para cenar todos los días.
"Es increíble", escribió
Rebekah, "de lo que uno puede recuperarse cuando tiene que hacerlo...
somos una familia fuerte y muy unida que ha superado momentos extremadamente
difíciles".
Somos una familia fuerte y muy unida
que ha superado momentos extremadamente difíciles.
Estados Unidos, la historia de Rebekah
y Ben es nuestra historia. Ellos representan a millones que han trabajado duro
y han hecho recortes y sacrificios y cambios. Ustedes son la razón por la que
quise asumir este cargo. Ustedes son la gente que tenía en mis pensamientos
hace seis años este mismo día, en los meses más difíciles de la crisis, cuando
me puse de pie en los escalones de este Capitolio y prometí que reconstruiría
la economía sobre una nueva base. Y han sido sus esfuerzos y resistencia los
que han hecho posible que nuestro país salga de la crisis más fuerte que antes.
Confiamos en poder detener el flujo de
trabajos que se mandan al extranjero y traer trabajos nuevos a nuestras costas.
En los últimos cinco años nuestras empresas han creado más de 11 millones de
puestos de trabajo nuevos.
Confiamos en nuestra capacidad de
reducir nuestra dependencia del petróleo extranjero y proteger nuestro planeta.
Y hoy, Estados Unidos es el número uno en petróleo y gas. Estados Unidos es el
número uno en energía eólica. Cada tres semanas introducimos en las redes la
misma cantidad de energía solar que en todo el año 2008. Y gracias a que ha
bajado el precio de la gasolina y han aumentado los estándares de combustible,
la familia promedio este año debería ahorrarse $750 en gasolina.
Confiamos en que podemos preparar a
nuestros hijos para un mundo más competitivo. Y hoy, nuestros estudiantes más
jóvenes han obtenido las notas más altas en matemáticas y lectura de la
historia, las cifras de graduación de la escuela secundaria han batido un nuevo
récord, y más personas que viven en Estados Unidos terminan la universidad que
antes.
Confiamos en que al contar con
regulaciones prudentes podríamos prevenir otra crisis, proteger a las familias
de la ruina y fomentar la competencia justa. En la actualidad, tenemos nuevas
herramientas para acabar con los rescates financieros pagados por los
contribuyentes y un nuevo defensor del consumidor que nos proteja de los
préstamos y las prácticas crediticias abusivas. Tan solo en el último año, unos
diez millones de personas que vivían en Estados Unidos sin seguro médico por
fin cuentan con la seguridad de tener cobertura de salud.
A cada paso, nos decían que nuestros
objetivos no eran correctos o que eran demasiado ambiciosos; que destruiríamos
empleos y aumentaríamos el déficit. En lugar de eso, hemos visto el crecimiento
económico más rápido en más de una década, el déficit reducido en dos tercios,
un aumento del doble en el mercado bursátil y la inflación en atención médica
más baja de los últimos cincuenta años.
Por lo tanto, el veredicto está claro:
La economía de la clase media funciona. Expandir las oportunidades funciona. Y
estas políticas seguirán funcionando, siempre que la política no se interponga
en su camino. No podemos frenar el crecimiento empresarial ni poner en riesgo
nuestra economía con cierres de la administración del gobierno ni
confrontaciones fiscales. No podemos arriesgar la seguridad de las familias al
quitarles el seguro de salud, ni deshacer las nuevas reglas en Wall Street, ni volver
a las mismas luchas del pasado sobre inmigración cuando lo que tenemos que
hacer es arreglar el sistema. Y si llega a mi despacho un proyecto de ley que
pretenda hacer cualquiera de estas cosas, lo vetaré.
Se esperaba mayor presencia del tema
migratorio, luego de una medida tan criticada como la acción ejecutiva.
Hoy, gracias a una economía en
crecimiento, la recuperación está tocando más y más vidas. Los salarios por fin
están empezando a aumentar. Sabemos que más pequeños empresarios van a aumentar
el sueldo de sus empleados que en cualquier momento desde 2007. Sin embargo, la
cuestión es que los que estamos en esta sala esta noche no debemos conformarnos
solo con que el gobierno no se convierta en un freno para el progreso que
estamos logrando. Debemos hacer más que evitar empeorar. Esta noche, juntos,
hagamos más por recuperar la conexión entre el trabajo duro y la creación de
oportunidades para todas las personas que viven en Estados Unidos.
Porque las familias como la de Rebekah
aún necesitan nuestra ayuda. Ella y Ben trabajan más que nunca, pero tienen que
renunciar a las vacaciones y a un automóvil nuevo para poder pagar los
préstamos de estudiantes y ahorrar para la jubilación. El cuidado infantil
básico para Jack and Henry cuesta más que su hipoteca y casi tanto como un año
en la Universidad de Minnesota. Como millones de trabajadores que viven en
Estados Unidos, Rebekah no está pidiendo ayuda financiera; pero sí nos pide que
busquemos más maneras de ayudar a las familias a salir adelante.
De hecho, siempre que hemos
presenciado un cambio económico en nuestra historia, este país ha tomado
medidas audaces para adaptarse a nuevas circunstancias y para asegurar que
todos tengan una oportunidad justa. Creamos protecciones para los trabajadores,
el Seguro Social, Medicare y Medicaid para protegernos de la peor adversidad.
Les dimos a nuestros ciudadanos escuelas y universidades, infraestructura e
Internet, las herramientas que necesitaban para llegar hasta donde los llevaran
sus esfuerzos.
Eso es lo que significa la economía de
la clase media: la idea de que este país va mejor cuando todos tienen una
oportunidad justa, todos ponen de su parte y todos siguen las mismas reglas. No
solo queremos que todos compartan el éxito de Estados Unidos, queremos que
todos contribuyan a nuestro éxito.
Entonces, ¿qué necesita la economía de
la clase media en nuestros tiempos?
Primero, la economía de la clase media
significa ayudar a las familias trabajadoras a sentirse más seguras en un mundo
de cambios constantes. Eso significa ayudar a la gente a pagar el cuidado
infantil, la universidad, la atención médica, una casa y la jubilación, y mi
presupuesto abordará cada uno de estos asuntos, mediante la reducción de
impuestos de las familias trabajadoras y la recuperación de miles de dólares en
sus bolsillos cada año.
Aquí tienen un ejemplo. Durante la
Segunda Guerra Mundial, cuando hombres como mi abuelo se fueron a luchar, era
muy importante para la seguridad nacional que las mujeres como mi abuela
formaran parte de la fuerza laboral; por eso, el país empezó a ofrecer cuidado
infantil universal. En nuestra economía actual, cuando tener a ambos padres en
la fuerza laboral es una necesidad económica para muchas familias, hace falta
tener cuidado infantil asequible de alta calidad más que nunca. No es algo que
sea agradable tener. Es algo que necesitamos tener. Es hora de que dejemos de
tratar el cuidado infantil como un tema secundario, o un tema de mujeres y lo
tratemos como la prioridad económica nacional que es para todos nosotros. Y es
por eso que mi plan hará que el cuidado infantil de alta calidad esté más
disponible, y sea más asequible, para todas las familias de clase media y de
bajos ingresos con niños pequeños en Estados Unidos; con más cupos y un nuevo
recorte de impuestos de $3,000 por niño, por año.
Sobre el reciente reinicio de
relaciones con Cuba, Obama pide ponerle fin a un legado de desconfianza.
Aquí tienen otro ejemplo. En la
actualidad somos el único país avanzado de la Tierra que no garantiza la
licencia pagada por enfermedad ni la licencia pagada por maternidad a nuestros
trabajadores y trabajadoras. Cuarenta y tres millones de trabajadores no tienen
licencia pagada por enfermedad. Cuarenta y tres millones. Piensen sobre eso. Y
que eso obliga a demasiados padres a tomar la decisión difícil de elegir entre
un sueldo o quedarse en casa con su hijo enfermo. Por eso voy a tomar una nueva
medida para ayudar a los estados a crear sus propias leyes de licencia pagada.
Y puesto que la licencia pagada por enfermedad ganó donde se sometió a votación
el pasado noviembre, sometámosla a aquí mismo en Washington. Mándenme un
proyecto de ley que ofrezca a todos los trabajadores de Estados Unidos la
oportunidad de recibir siete días de licencia pagada por enfermedad. Es lo
correcto.
Por supuesto, nada ayuda más a las
familias a llegar a fin de mes que un aumento de sueldo. Por eso este Congreso
aún tiene que aprobar una ley que garantice que la mujer reciba el mismo
salario que el hombre cuando hace el mismo trabajo. En serio. Es el año 2015.
Ya es hora. Todavía necesitamos garantizar que los trabajadores reciban el
tiempo extra que se han ganado. Quiero decirles a todos los miembros de este
Congreso que todavía se niegan a aumentar el salario mínimo lo siguiente: Si
realmente creen que ustedes serían capaces de trabajar a tiempo completo y
mantener una familia con un sueldo anual inferior a $15,000, inténtenlo. Si no,
voten para darles a millones de las personas más trabajadoras en Estados Unidos
un aumento.
Estas ideas no harán que todos sean
ricos, ni eliminarán las dificultades para todos. Esa no es la función del
gobierno. Para dar a las familias trabajadoras una oportunidad justa, todavía
necesitaremos más empresarios que miren más allá de los ingresos del próximo trimestre
y que reconozcan que invertir en su fuerza laboral les va a beneficiar a la
larga. Todavía necesitamos leyes que refuercen en lugar de debilitar a los
sindicatos y que les den voz a los trabajadores en Estados Unidos. Sin embargo,
cosas como el cuidado infantil y la licencia por enfermedad pagada y el mismo
salario para mujeres y hombres; cosas como primas hipotecarias más bajas y el
salario mínimo más alto, estas ideas marcarán una diferencia significativa en
las vidas de millones de familias. Eso es un hecho. Y eso es lo que a todos
nosotros, republicanos y demócratas por igual, nos han mandado a hacer aquí.
Segundo, para asegurar que la gente
siga recibiendo sueldos más altos en el futuro, tenemos que hacer más para
ayudar a que las personas que viven en Estados Unidos adquieran nuevas
habilidades.
Estados Unidos prosperó en el siglo XX
porque hicimos que la escuela secundaria fuera gratuita, mandamos a una
generación entera de soldados a la universidad y entrenamos a la fuerza de
laboral del mundo. Sin embargo, en la economía del siglo XXI que recompensa el
conocimiento más que nunca, tenemos que hacer más.
Cuando termine esta década, dos de
cada tres ofertas de empleo requerirán al menos algún nivel de educación
superior. Dos de cada tres. Y aún así, vivimos en un país donde hay demasiadas
personas inteligentes y que se esfuerzan que no pueden conseguir la educación
que necesitan porque no se lo pueden permitir. No es justo para ellos y no es
inteligente para nuestro futuro.
Por eso voy a mandarle al Congreso un
nuevo y audaz plan para reducir el costo de los colegios comunitarios a cero.
El cuarenta por ciento de nuestros
estudiantes universitarios eligen un colegio comunitario. Algunos son jóvenes y
acaban de empezar. Otros son mayores y buscan un empleo mejor. Algunos son
veteranos y padres solteros que intentan volver al mercado laboral. Quienquiera
que sea usted, este plan es su oportunidad para graduarse preparado para la
nueva economía, sin una gran deuda a sus espaldas.
Tiene que entender que tiene
que ganárselo, tendrá que mantener sus notas altas y graduarse a tiempo.
Tennessee, un estado con un liderazgo republicano, y Chicago, una ciudad con un
liderazgo demócrata, nos enseñan que los colegios comunitarios gratis son
posibles. Quiero ver esa idea extenderse en todo Estados Unidos, para que dos
años de estudios en colegios comunitarios sean gratuitos y universales en
Estados Unidos como la educación secundaria lo es en la actualidad. Y quiero
trabajar con este Congreso, para asegurarnos de que aquellos abrumados con la
carga de préstamos estudiantes puedan reducir sus pagos mensuales, para que la
deuda de estudiante no haga que nadie arruine sus sueños.
Gracias al gran trabajo del
Vicepresidente Biden de actualizar nuestro sistema de capacitación laboral,
estamos conectando los colegios comunitarios con empresarios locales para
adiestrar a trabajadores para ocupar puestos de trabajo altamente remunerados
como codificación, enfermería y robótica. Esta noche también les pido a más
empresas que sigan el ejemplo de compañías como CVS y UPS, y que ofrezcan más
beneficios educativos y prácticas pagadas; oportunidades que permiten a los
trabajadores tener acceso a puestos de trabajo mejor pagados incluso si no han
cursado una educación superior.
Y ahora que una nueva generación de
veteranos vuelve a casa, les debemos todas las oportunidades posibles para
vivir el Sueño Americano que ayudaron a defender. Ya hemos conseguido mucho por
garantizar que todos los veteranos tengan acceso a los mejores servicios.
Estamos reduciendo la lista de casos pendientes que tenía a demasiados
veteranos esperando meses, si no años, para recibir los beneficios que
necesitan, y estamos haciendo que sea más sencillo para los veteranos convertir
su adiestramiento y experiencia en empleos civiles. Joining Forces, la campaña
nacional lanzada por Michelle y Jill Biden, por ahora ha ayudado a casi 700,000
veteranos y cónyuges militares a conseguir nuevos trabajos. A cada director
general de Estados Unidos, déjenme repetirles: Si quieren contratar a alguien
que sin duda haga el trabajo, contraten a un veterano.
Por último, a medida que capacitamos
mejor a nuestros trabajadores, también necesitamos que la nueva economía
continúe creando puestos de trabajo altamente remunerados para que los ocupen
nuestros trabajadores.
Desde el 2010, Estados Unidos ha
creado más puestos de trabajo que Europa, Japón y todas las demás economías
avanzadas juntas. Nuestros fabricantes han agregado casi 800,000 empleos
nuevos. Algunos de nuestros sectores fundamentales, como nuestra industria
automotriz, están en auge. Pero también hay millones de personas que viven en
Estados Unidos que tienen trabajos que ni siquiera existían hace diez o veinte
años: trabajos en empresas como Google, eBay y Tesla.
Por lo que nadie sabe con certeza
cuáles serán las industrias que generarán puestos de trabajo en el futuro. Pero
sabemos que los queremos aquí en Estados Unidos. Es por ello que la tercera
parte del progreso económico de la clase media consiste en crear la economía
más competitiva del mundo, el lugar donde las empresas querrán ubicarse y
contratar.
Las empresas del siglo XXI necesitan
una infraestructura del siglo XXI: puertos modernos, puentes más sólidos,
trenes más veloces e Internet más rápido. Los demócratas y los republicanos
solían estar de acuerdo en esto. Así que pongamos la mira en algo más ambicioso
que un simple oleoducto. Aprobemos un plan de infraestructuras bipartidista que
tenga el potencial de multiplicar por más de treinta los puestos de trabajo
creados por año y de hacer que este país sea más fuerte durante las décadas
venideras.
Las empresas del siglo XXI, incluidas
las pequeñas empresas, tienen que vender más productos de Estados Unidos en el
extranjero. En la actualidad, nuestras empresas exportan más que nunca y los
exportadores tienden a pagar mejores salarios a sus trabajadores. Pero al mismo
tiempo, China desea establecer las reglas de la región con el crecimiento más
rápido del mundo. Eso pondría a nuestros trabajadores y nuestras empresas en
desventaja. ¿Por qué deberíamos dejar que eso ocurra? Somos nosotros quienes
deberíamos establecer esas reglas. Somos nosotros quienes deberíamos fijar
condiciones equitativas. Por ello, les pido a ambos partidos que me otorguen la
autoridad de promoción comercial a fin de proteger a los trabajadores que viven
en Estados Unidos y celebrar nuevos tratados comerciales sólidos con países de
Asia a Europa que no solo sean de libre comercio sino que también promuevan un
comercio justo.
Miren, yo soy el primero en admitir
que los tratados comerciales anteriores no han cumplido siempre con las
expectativas y por eso hemos ido a por los países que rompen las reglas a
nuestra costa. Pero el 95 por ciento de los consumidores del mundo viven fuera
de nuestras fronteras y no podemos renunciar a esas oportunidades. Más de la
mitad de los ejecutivos del sector manufacturero han expresado que están
estudiando de forma activa cómo traer empleos de vuelta desde China. Démosles
otra razón más para hacerlo.
Las empresas del siglo XXI dependerán
de la ciencia, la tecnología, la investigación y el desarrollo que se realice
en Estados Unidos. Quiero que el país que eliminó la poliomielitis y mapeó el
genoma humano dé pie a una nueva era en el campo de la medicina: un país que
sea capaz de prestar el tratamiento adecuado en el momento correcto. En algunos
pacientes con fibrosis quística, este enfoque ha servido para revertir una
enfermedad que se creía incontenible. Esta noche, voy a lanzar una Iniciativa
de medicina de precisión que nos acercará más a curar enfermedades como el
cáncer y la diabetes, y que nos dará a todos acceso a la información
personalizada que precisamos para cuidar mejor nuestra salud y la de nuestras
familias.
Tengo la intención de proteger un
Internet libre y abierto, ampliar su alcance a todas las aulas y a todas las
comunidades, y ayudar a los especialistas a construir redes más rápidas, para
que la próxima generación de innovadores y emprendedores digitales tengan la
plataforma para seguir transformando nuestro mundo.
Quiero que las personas que viven en
Estados Unidos ganen la carrera en pos de los descubrimientos que crearán toda
una serie de trabajos nuevos: convirtamos la luz solar en combustible líquido,
creemos prótesis revolucionarias para que un veterano que dio sus brazos por
este país pueda jugar al béisbol otra vez con su hijo, exploremos los confines
del sistema solar no simplemente para visitarlos sino para quedarnos. El mes
pasado, lanzamos una nueva astronave como parte del flamante programa espacial
que va a llevar a astronautas estadounidenses a Marte. Dentro de dos meses, a
fin de prepararnos para dichas misiones, Scott Kelly realizará una estancia de
un año en el espacio. Buena suerte, Capitán Kelly, y asegúrese de compartir sus
aventuras con todos nosotros por Instagram.
Ahora, la verdad es que cuando se
trata de temas como la infraestructura y la investigación básica, sé que
tenemos el apoyo bipartidista en esta cámara. Me lo han comunicado miembros de
ambos partidos. Sin embargo, solemos toparnos demasiado a menudo con dificultades
insalvables cuando intentamos decidir cómo pagar esas inversiones. Las personas
que vivimos en Estados Unidos no estamos en contra de pagar la parte de los
impuestos que nos corresponde siempre que los demás también lo hagan. Pero
durante demasiado tiempo, los cabilderos han amañado el código fiscal con
lagunas tributarias que permiten que ciertas corporaciones no paguen nada
mientras los demás pagan toda la carga. Lo han plagado de concesiones que los
superricos no necesitan y han negado un recorte a las familias de clase media
que sí lo necesitan.
Este año tenemos una oportunidad de
cambiar todo esto. Cerremos las lagunas tributarias para dejar de recompensar a
las empresas que mantienen las ganancias en el extranjero y premiar a aquellas
que invierten en Estados Unidos. Usemos esos ahorros para reconstruir nuestra
infraestructura a fin de atraer a las empresas para que traigan los empleos de
vuelta a casa. Simplifiquemos el sistema y dejemos que los propietarios de las
pequeñas empresas hagan su declaración con base en sus estados de cuenta
bancarios reales, en vez de la cantidad de contadores que se puedan permitir. Y
cerremos las lagunas tributarias que fomentan la desigualdad al permitir que el
uno por ciento más rico evite pagar impuestos sobre su riqueza acumulada.
Podemos usar ese dinero para ayudar a más familias a pagar sus gastos de
cuidado infantil y enviar a sus hijos a la universidad. Necesitamos un código
fiscal que ayude realmente a los trabajadores que viven en Estados Unidos a
progresar en la nueva economía, y podemos lograrlo juntos.
Ayudemos a las familias trabajadoras a
llegar a fin de mes sin dificultades. Démosles las herramientas que necesitan
para conseguir empleos bien remunerados en esta nueva economía. Mantengamos las
condiciones que fomentan el crecimiento y la competitividad. Ese es el rumbo
que debe tomar Estados Unidos. Estoy convencido de que es el rumbo que quieren
tomar las personas que viven en Estados Unidos. Es el rumbo que hará que
nuestra economía sea más fuerte de aquí a un año, dentro de quince años y bien
entrado el siglo.
Por supuesto, si hay algo que nos ha
enseñado este siglo es que no podemos separar el trabajo que debemos realizar
aquí de los desafíos que tenemos más allá de nuestras fronteras.
Mi primer deber como Comandante en
Jefe es defender a Estados Unidos de América. En esa capacidad la pregunta no
es si Estados Unidos lidera el mundo, sino cómo lo hace. Cuando tomamos
decisiones apresuradas y reaccionamos ante los titulares en vez de usar nuestra
cabeza, cuando la primera respuesta ante un desafío es enviar a nuestras
fuerzas armadas, corremos el riesgo de ser arrastrados a pelear en conflictos
innecesarios y le damos la espalda a la estrategia de más amplio prospecto que
necesitamos para tener un mundo más seguro y próspero. Eso es lo que nuestros
enemigos quieren que hagamos.
Yo creo en un liderazgo estadounidense
más inteligente. Lideramos mejor cuando combinamos nuestro dominio militar con
una estrategia diplomática sólida, cuando utilizamos nuestro poder para formar
alianzas internacionales, cuando no dejamos que nuestros temores nos cieguen y
nos impidan ver las oportunidades que nos presenta este nuevo siglo. Esto es
exactamente lo que estamos haciendo ahora mismo, y está marcando la diferencia alrededor
del mundo.
En primer lugar, nos mantenemos unidos
en solidaridad con las personas de todo el mundo que han sido atacadas por los
terroristas, desde una escuela en Pakistán hasta las calles de París.
Seguiremos persiguiendo y acabando con los terroristas, además de desmantelar
sus redes y nos reservamos el derecho de actuar unilateralmente, como hemos
hecho sin cesar desde que asumí mi cargo para eliminar a los terroristas que
representan una amenaza directa para nosotros y nuestros aliados.
Al mismo tiempo, en los últimos trece
años hemos aprendido algunas lecciones costosas.
En lugar de tener patrullas americanas
en los valles de Afganistán, hemos entrenado a sus fuerzas de seguridad, que
ahora se encuentran a cargo, y hemos honrado el sacrificio de nuestras tropas
con el apoyo la primera transición democrática de ese país. En lugar de enviar
a un gran número de fuerzas armadas al extranjero, vamos a formar alianzas con
países del sur de Asia al norte de África para denegar a los terroristas que amenazan
a Estados Unidos un lugar para refugiarse.
En Irak y Siria, el liderazgo
estadounidense, que incluye nuestro poder militar, está parando el avance de
ISIS. En lugar de vernos arrastrados a otra guerra terrestre en Oriente Medio,
estamos liderando una amplia coalición que incluye a las naciones árabes para
degradar y, en última instancia, destruir a este grupo terrorista. También
estamos apoyando una oposición moderada en Siria que nos pueda ayudar con estos
esfuerzos a nivel mundial para asistir a la gente que se alza contra la
ideología sin fundamento del extremismo violento. Este esfuerzo va a requerir
tiempo. Y va a requerir concentración. Pero triunfaremos. Y esta noche le pido
al Congreso que le muestre al mundo que estamos unidos en esta misión y que
apruebe una resolución que autorice el uso de la fuerza contra ISIS.
En segundo lugar, estamos demostrando
el poder de la diplomacia y la fuerza estadounidenses. Estamos defendiendo el
principio de que las naciones grandes no pueden intimidar a las pequeñas: es lo
que hemos hecho al oponernos a la agresión rusa, respaldar la democracia en
Ucrania y tranquilizar a nuestros aliados de la OTAN. El año pasado, mientras
realizábamos el difícil trabajo de imponer sanciones junto con nuestros
aliados, algunos sugirieron que la agresión del Sr. Putin era una exhibición
magistral de estrategia y fuerza. Bueno, lo cierto es que quien se mantiene hoy
fuerte y unida a nuestros aliados es Estados Unidos, mientras que Rusia está
aislada y con una economía en ruinas. Es así como Estados Unidos lidera: no con
fanfarronadas, sino con determinación persistente y constante.
En Cuba, estamos poniendo fin a una
política que debería haber terminado hace tiempo. Cuando uno hace algo que no
funciona durante cincuenta años, es hora de probar algo nuevo. Nuestro cambio
de política en relación con Cuba tiene el potencial de poner punto final a un
legado de falta de confianza en nuestro hemisferio; desmorona una excusa
ficticia para imponer restricciones en Cuba; defiende los valores democráticos;
y extiende una mano de amistad al pueblo cubano. Y este año, el Congreso
debería iniciar el trabajo de poner fin al embargo. Como dijo Su Santidad, el
Papa Francisco, la diplomacia es un trabajo de "pequeños pasos". Y
estos pequeños pasos han ido sumándose para dar una nueva esperanza al futuro
de Cuba. Después de pasar años en prisión, el hecho de que Alan Gross esté de
nuevo entre nosotros nos llena de dicha: bienvenido a casa, Alan.
Nuestra diplomacia está funcionando en
Irán, donde por primera vez en una década hemos detenido el progreso de su
programa nuclear y reducido sus reservas de materiales nucleares. Entre ahora y
esta primavera, tenemos la oportunidad de negociar un acuerdo exhaustivo que
servirá para prevenir el surgimiento de un Irán con armas nucleares y
garantizar la seguridad de Estados Unidos y sus aliados, entre los que se
encuentra Israel, a la vez que evitará otro conflicto armado en Oriente Medio.
No hay ninguna garantía de que las negociaciones tendrán éxito, y mantendré
todas las opciones sobre la mesa para prevenir que Irán tenga armas nucleares.
Sin embargo, si este Congreso aprueba nuevas sanciones en este preciso momento,
se producirá ni más ni menos que el fracaso de los esfuerzos diplomáticos:
estas medidas distanciarían a Estados Unidos de sus aliados y asegurarían que
Irán volviese a iniciar su programa nuclear. No tiene sentido. Por esa razón,
vetaré cualquier proyecto de ley que imponga nuevas sanciones y ponga en
peligro nuestro progreso. Las personas que viven en Estados Unidos esperan que
entremos en guerra solo como recurso de última instancia y tengo la intención
de mantenerme fiel a esa sabiduría.
En tercer lugar, para dar forma al
nuevo siglo estamos poniendo la mira más allá de los temas que nos han mantenido
ocupados en el pasado.
Ningún país extranjero, ningún hacker,
debería ser capaz de paralizar nuestras redes, robar nuestros secretos
comerciales o invadir la privacidad de las familias estadounidenses, en
especial la de nuestros niños. Nos vamos a asegurar de que nuestro gobierno
integre los datos de inteligencia para combatir las ciberamenazas al igual que
hemos hecho para combatir el terrorismo. Y esta noche exhorto al Congreso a que
apruebe finalmente la legislación que necesitamos para hacer frente mejor a las
cambiantes amenazas que presentan los ciberataques, combatir el robo de
identidad y proteger la seguridad de la información de nuestros niños. Si no
actuamos, dejaremos a nuestra nación y a nuestra economía en una situación
vulnerable. Si lo hacemos, podremos seguir protegiendo los avances tecnológicos
que han creado incontables oportunidades para personas de todo el mundo.
En África Occidental, nuestras tropas,
nuestros científicos, nuestros médicos, nuestros enfermeros y profesionales
médicos están revirtiendo el ébola, salvando innumerables vidas e impidiendo la
propagación de la enfermedad. No podría sentirme más orgulloso de ellos, y le
doy las gracias a este Congreso por el respaldo bipartidista otorgado a sus
esfuerzos. Pero resta mucho por hacer y el mundo tiene que aprender de esta
lección para crear una iniciativa global más eficaz a fin de prevenir la
propagación de futuras pandemias, invertir en desarrollo inteligente y
erradicar la pobreza extrema.
En la región Asia-Pacífico, estamos
modernizando nuestras alianzas mientras nos aseguramos de que las demás
naciones cumplan con las reglas al realizar operaciones de comercio
internacional, resolver disputas marítimas y participar en desafíos
internacionales comunes como la no proliferación y la prestación de ayuda ante
desastres naturales. Y no hay ningún desafío, ningún desafío, que presente una
amenaza mayor a las generaciones futuras que el cambio climático.
El año 2014 fue el más caluroso que se
ha registrado en la historia de nuestro planeta. Y sé que un año no sirve para
indicar una tendencia, pero esto sí sirve: 14 de los 15 años más calurosos
registrados en la historia se encuentran todos en los primeros 15 años de este
siglo.
He oído a gente que intenta evitar las
pruebas al decir que no son científicos; que no tenemos suficiente información
para actuar. Bueno, yo tampoco soy científico. ¿Pero saben qué? Conozco a
muchos científicos fabulosos en la NASA, en la NOAA y en nuestras mejores
universidades y todos los mejores científicos del mundo nos están diciendo que
si nuestras acciones están cambiando el clima y si no actuamos
contundentemente, seguiremos viendo subidas en el nivel de los océanos, olas de
calor más largas y calurosas, sequías e inundaciones peligrosas y otras alteraciones
masivas del clima que podrán generar más movimiento migratorio, enfrentamientos
y hambre alrededor del mundo.
El Pentágono dice que el cambio
climático supone riesgos inmediatos a nuestra seguridad nacional. Deberíamos
actuar como si así fuera.
Es por eso que en los últimos seis
años hemos hecho más que nunca para combatir el cambio climático, desde la
forma en la que producimos energía hasta la manera en la que la consumimos. Es
por eso que hemos reservado más tierras y aguas de dominio público que en
ninguna otra administración de la historia. Y es por eso que no dejaremos que
este Congreso ponga en peligro la salud de nuestros niños y nos haga retroceder
al revertir nuestros esfuerzos. Estoy decidido a garantizar que el liderazgo
estadounidense impulse las acciones a nivel internacional. En Pekín, hicimos un
anuncio histórico: Estados Unidos duplicará el ritmo de reducción de nuestra
polución de carbono y China se comprometió por primera vez a limitar sus
emisiones. Y porque las dos economías más grandes del mundo aunaron esfuerzos,
otros países ahora están dando un paso al frente y dan esperanzas de que este
año, por fin, las naciones del mundo lleguen a un acuerdo para proteger el
único planeta que tenemos.
Hay un último pilar fundamental de
nuestro liderazgo: el ejemplo de nuestros valores.
Las personas que vivimos en Estados
Unidos respetamos la dignidad humana, incluso cuando nos vemos amenazados; es
por eso que he prohibido la tortura y trabajado para garantizar que el uso que
hacemos de las nuevas tecnologías, como los drones, se limite debidamente. Es
por eso que nos manifestamos en contra del deplorable antisemitismo que ha
resurgido en ciertas partes del mundo. Es por eso que continuamos rechazando los
estereotipos ofensivos sobre los musulmanes: la mayoría de quienes comparten
nuestro compromiso con la paz. Es justamente por eso que defendemos la libertad
de expresión y abogamos por la liberación de los presos políticos, condenamos
la persecución de las mujeres o de las minorías religiosas, o de las personas
que son lesbianas, homosexuales, bisexuales o transexuales. Hacemos todo esto
no solamente porque es lo correcto, sino también porque acrecienta nuestra
seguridad nacional.
Todas las personas que vivimos en
Estados Unidos tenemos un compromiso profundo con la justicia, por lo que no
tiene ningún sentido gastar tres millones de dólares por prisionero para
mantener abierta una prisión que el mundo condena y los terroristas usan para
reclutar. Desde que asumí el cargo de Presidente, hemos trabajado de forma
responsable para reducir la población de Guantánamo a la mitad. Y ha llegado la
hora de finalizar el trabajo. Estoy determinado y no desistiré hasta que
cerremos la prisión. Nosotros no somos así.
Las personas que vivimos en Estados
Unidos apreciamos nuestras libertades civiles y debemos mantener ese compromiso
si queremos la máxima cooperación de otros países y sectores en nuestra lucha
contra las redes terroristas. Así que a pesar de que algunos ya se han
distanciado de los debates sobre nuestros programas de vigilancia, yo no lo he
hecho. De acuerdo con lo prometido, nuestras agencias de inteligencia han
trabajado arduamente para incrementar la transparencia y crear más salvaguardas
contra posibles abusos, todo ello teniendo en cuenta las recomendaciones de los
defensores de la privacidad. Y el mes que viene publicaremos un informe sobre
lo que estamos haciendo para cumplir nuestra promesa de mantener seguro a
nuestro país mientras fortalecemos la privacidad.
Estamos mirando al futuro en vez de al
pasado. Estamos asegurándonos de que nuestra fuerza tenga un peso equivalente
al de nuestra diplomacia, y de que usamos la fuerza inteligentemente. Estamos
formando coaliciones para enfrentarnos a nuevos desafíos y oportunidades. Y
estamos liderando con el ejemplo de nuestros valores. Siempre. Eso es lo que
hace que seamos excepcionales. Es lo que nos mantiene fuertes y esa es la razón
por la que siempre tenemos que seguir esforzándonos en comportarnos de acuerdo
con los principios más elevados: los nuestros.
Saben, hace poco más de una década,
pronuncié un discurso en Boston en el que dije que no éramos los estados
liberales de América, ni los estados conservadores de América, ni los estados
negros de América, ni los estados blancos de América, sino los Estados Unidos
de América. Dije eso porque fue lo que experimenté en mi propia vida, en una
nación que le dio a alguien como yo una oportunidad; porque crecí en Hawái, un
crisol de razas y tradiciones; porque luego formé mi hogar en Illinois, un
estado de pueblos pequeños, tierras ricas para la agricultura y con una de las
mejores ciudades del mundo: un microcosmos del país, donde los demócratas,
republicanos e independientes, personas decentes de todos los orígenes étnicos
y de todas las religiones comparten ciertos valores fundamentales.
En los últimos seis años, los expertos
han señalado en más de una ocasión que mi presidencia no ha dado resultados
sobre la base de esta visión. Qué irónico, dicen, que nuestra política parezca
estar más dividida que nunca. Esto se presenta como prueba no solo de mis
propios fallos, de los cuales tengo muchos, sino también como prueba de que la
propia visión es errónea e inocente y de que en esta ciudad hay demasiada gente
que de hecho se beneficia del partidismo y de la paralización gubernamental
para que hagamos nunca nada al respecto.
Sé que este tipo de cinismo es
tentador. Pero sigo creyendo que los cínicos están equivocados.
Sigo creyendo que somos un pueblo
unido. Sigo creyendo que, juntos, podemos hacer grandes cosas, incluso cuando
las probabilidades no juegan a nuestro favor. Creo en ello porque he visto una
y otra vez, en mis seis años ocupando mi cargo, la mejor versión de Estados
Unidos. He visto las caras llenas de esperanza de jóvenes graduados de Nueva
York a California, y nuestros oficiales más nuevos de West Point, Annapolis,
Colorado Springs y New London. He estado de luto junto a las familias en duelo
de Tucson y Newtown, y en Boston, Texas y West Virginia. He sido testigo de
cómo las personas que viven en Estados Unidos se enfrentan a la adversidad,
desde el Golfo de México a las Grandes Llanuras, desde las líneas de montaje
del Medio Oeste a la costa del Atlántico Medio. He visto cómo el matrimonio
entre homosexuales ha pasado de ser un tema polémico que solía usarse para
separarnos a una historia de libertad en todo nuestro país, y ahora es un
derecho civil en estados donde vive el setenta por ciento de la población
estadounidense. Conozco la generosidad, el gran corazón, el optimismo y la
bondad de las personas que viven en Estados Unidos que, día tras día, dan vida
a la idea de que somos los guardianes de nuestros hermanos y nuestras hermanas.
Y sé que esperan que aquellos de nosotros que trabajamos como funcionarios
públicos aquí demos un mejor ejemplo.
Así que la pregunta que los aquí
presentes esta noche debemos hacernos es qué podemos hacer, todos nosotros,
para reflejar mejor las esperanzas de Estados Unidos. He servido en el Congreso
con muchos de ustedes. Conozco bien a muchos de los aquí presentes. Hay mucha
gente buena aquí, a ambos lados del pasillo. Y muchos de ustedes me han dicho
que no vinieron aquí para esto: no vinieron para participar en una procesión de
discusiones en programas de televisión por cable, para estar recaudando fondos
constantemente, siempre alerta para ver cómo reacciona el Congreso ante cada
decisión.
¿Se imaginan si rompiéramos con esos
patrones viejos y anticuados? ¿Se imaginan si hiciéramos algo diferente?
Que quede claro: una política mejor no
requiere los demócratas abandonen su programa político ni en el que los
republicanos simplemente tengan que aceptar mi programa con los brazos
abiertos. Una política mejor requiere que apelemos a la decencia básica el uno
del otro en vez de apelar a nuestros temores más elementales. Una política
mejor requiere que debatamos sin demonizar el uno al otro, que hablemos de
temas importantes, de valores y de principios y de hechos, en vez de las
metidas de pata insustanciales, errores triviales o falsas controversias que no
tienen nada que ver con la vida diaria de las personas. Una política mejor
requiere que pasemos menos tiempo sumergidos en dinero turbio para anuncios de
campañas sucias y que dediquemos más tiempo a inspirar a los jóvenes, motivándolos,
mostrándoles las posibilidades y pidiéndoles que se unan a nosotros en la gran
misión de construir Estados Unidos.
Si vamos a tener discusiones,
discutamos. Pero hagamos que sean debates que estén a la altura de esta cámara
y de este país.
Es posible que todavía no estemos de
acuerdo en cuanto al derecho de las mujeres a decidir sobre su maternidad, pero
seguramente podemos coincidir en que es bueno que los embarazos de adolescentes
y los abortos estén cerca de los niveles históricos más bajos y que cada mujer
debería poder tener acceso al tipo de atención médica que necesita.
Sí, el tema de la inmigración todavía
levanta pasiones, pero seguramente todos podemos reconocer algo de nosotros
mismos en un perseverante estudiante joven y estar de acuerdo en que nadie se
beneficia cuando se separa a una madre trabajadora de su hijo, y que es posible
mejorar una ley que confirme nuestra tradición como una nación de leyes y una
nación de inmigrantes.
Podemos pelear por los votos durante
las campañas electorales, pero seguramente podemos ponernos de acuerdo en que
el derecho al voto es sagrado y que se le está negando a demasiadas personas;
y, además, en el 50. º Aniversario de la gran manifestación desde Selma hasta
Montgomery y la aprobación de la Ley de Derecho al Voto, demócratas y
republicanos debemos unirnos para hacer que votar sea más fácil para todos los
estadounidenses.
Es posible que veamos con ojos
distintos los eventos de Ferguson y Nueva York. Pero seguramente podemos
entender a un padre que tiene miedo de que su hijo no pueda caminar hasta su
propia casa sin ser acosado. Seguramente podemos entender a la mujer que no
puede descansar tranquila hasta que el oficial de policía con el que se casó no
cruza la puerta de su hogar al final de su turno. Seguramente podemos ponernos
de acuerdo en que es bueno que, por primera vez en 40 años, el índice de
criminalidad y la tasa de encarcelamiento hayan disminuido a la vez, y podemos
usar esto como un punto de partida para que demócratas y republicanos, junto
con los líderes comunitarios y los cuerpos de seguridad, reformemos el sistema
de justicia penal de Estados Unidos para que nos proteja y nos sirva a todos.
Eso es una política mejor. Así es como
comenzamos a recobrar la confianza. Así es como trabajamos para que nuestro
país avance. Esto es lo que quieren las personas que viven en Estados Unidos.
Esto es lo que merecen.
Ya no tengo que realizar ninguna
campaña política. Mi único programa para los próximos dos años es el mismo que
he tenido desde el día en que presté juramento en los escalones de este
Capitolio: hacer lo que creo que es mejor para Estados Unidos. Si comparten la
visión que les he planteado esta noche, únanse a mí para realizar el trabajo
necesario. Si están en desacuerdo con parte de lo que he dicho, espero que por
lo menos estén dispuestos a trabajar conmigo en los temas en los que
concordamos. Y me comprometo con todos los republicanos presentes esta noche a
que no solo pediré sus ideas, sino que procuraré trabajar con ustedes para hacer
este país más fuerte.
Porque quiero que esta cámara, esta
ciudad, reflejen algo que es verdad: que, a pesar de todos nuestros desaciertos
y limitaciones, somos personas con la fuerza y la generosidad de espíritu
suficiente para tender un puente, unirnos para realizar un esfuerzo colectivo y
ayudar a nuestros vecinos, tanto en nuestra misma calle como al otro lado del
mundo.
Quiero que nuestras acciones le digan
lo siguiente a cada niño en cada vecindario: tu vida es importante, y estamos
comprometidos a mejorar tus oportunidades en la vida como lo estamos con
nuestros propios hijos.
Quiero que las generaciones futuras
sepan que somos personas que ven nuestras diferencias como un gran don, que
somos un pueblo que valora la dignidad y la importancia de cada ciudadano:
hombres y mujeres, jóvenes y mayores, negros y blancos, latinos y asiáticos,
inmigrantes e indios americanos, homosexuales y heterosexuales, personas con
enfermedades mentales o discapacidades físicas. Quiero que crezcan en un país
que le demuestre al mundo lo que aún sabemos que es verdad: que seguimos siendo
más que un conjunto de estados rojos y estados azules; que somos Estados Unidos
de América.
Quiero que crezcan en un país donde
una joven madre como Rebekah se pueda sentar a escribirle una carta a su
Presidente contándole sus vivencias de los últimos seis años:
"Es increíble cómo somos capaces
de recuperarnos cuando lo necesitamos... somos una familia fuerte y muy unida
que ha superado momentos extremadamente difíciles".
Conciudadanos, nosotros también somos
una familia fuerte y muy unida. También nosotros hemos superado momentos
difíciles. Tras quince años del inicio de este nuevo siglo, nos hemos
levantado, nos hemos sacudido el polvo de las solapas y hemos comenzado a
trabajar otra vez para reconstruir Estados Unidos. Hemos sentado las bases de
una nueva era. Crear un futuro más brillante depende de nosotros. Iniciemos
este nuevo capítulo juntos, y comencemos a trabajar ahora mismo.
Gracias, que Dios los bendiga y que
Dios bendiga a este país que tanto amamos.
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