La verdadera historia de Crónica de una muerte anunciada
Falleció recientemente en Barranquilla, Colombia, a sus 95 años de edad, Miguel Reyes Palencia, en quien se inspiró Gabriel García Márquez para crear el personaje de Bayardo San Román, en su novela, Crónica de una muerte anunciada.
En la
narración, considerada como obra maestra, la cual fluctúa entre el periodismo y
la ficción, Bayardo San Román devolvió a sus padres, en la noche de bodas, a su
esposa, Angela Vicario, al descubrir que no era virgen.
Luego de ser
múltiples veces maltratada y amenazada, Angela Vicario confesó que el autor de
su deshonra había sido Santiago Nasar, un joven de 21 años, de origen árabe,
alegre y cordial, que administraba una finca que su padre le dejó como
herencia.
Al escuchar
su confesión, los hermanos gemelos de Angela, Pedro y Pablo Vicario, tomaron la
iniciativa de matar a Santiago Nasar, como forma de resarcir el deshonor del
que la familia había sido víctima.
Sus planes
macabros eran conocidos por todos en la comunidad. Ellos mismos se encargaron
de difundirlos, pues en el fondo, no querían realizar la acción y deseaban que
alguien los detuviera en sus propósitos.
Sin embargo,
nadie lo hizo. Como tampoco nadie le hizo saber a Santiago Nasar de que estaba
siendo perseguido por Pedro y Pablo Vicario, con el fin de eliminarlo, pues
todo el mundo presumía que él lo sabía.
Por eso,
desde las primeras líneas de la novela, el lector sabe lo que va a ocurrir.
Empieza así: “El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las
5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo”.
La obra, que
está contada en primera persona por un narrador, que no es otro que el propio
García Márquez, termina haciendo realidad el presagio revelado desde el
principio de sus páginas: la muerte de Santiago Nasar, por violentar el sagrado
mito de la virginidad.
LA VIDA REAL
En el 2007,
Miguel Reyes Palencia publicó el libro, La Verdad: 50 Años Más Tarde, en el que
narra la verdadera historia de Cayetano Gentile, el Santiago Nasar de la
novela, acusado de haber deshonrado a Margarita Chicha Salas, la Angela Vicario
de la narración.
En su libro,
que tuvo un relativo éxito, Reyes Palencia describe el episodio que tuvo lugar
el 20 de enero de 1951, en su natal ciudad de Sucre, en el Caribe colombiano.
Ofuscado por la decepción y el desengaño, casi estrangula a Margarita Chica
Salas, con quien aquella noche había contraído nupcias.
En distintas
entrevistas, don Miguel llegó a confesar que al irse de luna de miel, su recién
consorte creyó que porque él se encontrara borracho no iba a poder cumplir con
sus compromisos conyugales y descubrir la realidad.
Según él,
había sido orientada por su madre para hacerle creer, la mañana siguiente, que
el acto había sido realizado, y que la prueba sería la mancha de sangre sobre
la sábana blanca, que no sería más que mercurio de cromo, colocado para cubrir
el honor.
Sin embargo,
se equivocó. Al momento de realizar la penetración, se dio cuenta,
inmediatamente, que era mujer, que había tenido marido. Ella, tras descubrirse
que no era virgen, entre sollozos, exclamaba: “Miguel, perdóname, no he querido
ofenderte”.
Él le
respondió: “Qué perdón, ni que carajos, puta, imbécil”. Posteriormente, de
acuerdo con su propio relato, se la devolvió a doña Hermelinda, la suegra, y a
sus cuñados, Víctor y Joaquín Chica Salas, quienes quedaron estupefactos,
atónitos, ante lo que estaba ocurriendo.
Al abandonar
la casa, en medio de la desesperación y la angustia, atinó a decir: “Ahí la
devuelvo, por rota”. Y se marchó.
Miguel Reyes
Palencia refiere que sus cuñados, Víctor y Joaquín Chica (los Pedro y Pablo
Vicario de la novela), se armaron con cuchillos de carniceros, con la intención
de vengar la vergüenza y el ultraje de su hermana.
La víctima
resultó ser Cayetano Gentile (Santiago Nasar), un estudiante de medicina, de 21
años de edad, hijo de un inmigrante italiano, muy querido y apreciado en su
comunidad.
Los hermanos
Chica salieron a la calle a vociferar que lo iban a matar. La noticia circuló
por todas partes. Todo el mundo en el pueblo sabía lo que iba a ocurrir. El
único en toda la vecindad que lo ignoraba era el propio Cayetano Gentile.
Cuando se
dio cuenta de que estaba siendo perseguido por los hermanos Chica, intentó
entrar a su casa. En ese momento, sin embargo, fue atacado por sus agresores,
quienes, sin mediar palabras, lo acuchillaron y desollaron como a un cerdo.
Al enterarse
de lo ocurrido, don Miguel se atemorizó. Pensó que algunos podrían considerarlo
a él responsable por la tragedia. Por eso, pidió protección a la policía.
Luego, se fue del pueblo, al igual que Margarita, su esposa, que se fue a vivir
a Sincelejo, la capital de Sucre.
REALIDAD Y
FICCIÓN
Según cuenta
Miguel Reyes Palencia, el futuro Nobel de literatura conocía de primera mano
esos hechos. García Márquez, que llegó a Sucre desde Aracataca, siendo aún
niño, estuvo presente la noche de celebración de la boda. Como todo el mundo,
se enteró de lo que acontecido después.
Incluso, se
sabe que llegó a decir que de ese episodio saldría una magnífica novela; y de
hecho, la escribió inmediatamente. Pero no fue sino 30 años después, en 1981,
que la publicó.
Su madre,
doña Luisa Santiaga Márquez Iguarán, le había rogado, de manera enfática, que
no la diera a la publicidad mientras Hermelinda Salas, madre de la novia,
Margarita Chica, estuviese viva.
Varios años
antes de haber publicado su libro, La Verdad: 50 Años Más Tarde, Miguel Reyes
Palencia, en el 1994, interpuso una demanda en contra del autor de Crónica de
una muerte anunciada, Gabriel García Márquez; y de su hermano, Eligio García
Márquez, quien había publicado el texto, La Tercera Muerte de Santiago Nasar,
en el que identifica a los personajes de la vida real.
Al momento
de incoar su demanda, don Miguel alegó que ambas publicaciones de los hermanos
García Márquez le habían proporcionado un perjuicio moral, ya que su
divulgación alteró su diario vivir, hasta hacerle perder su propia identidad.
Ya casi
nadie le llamaba por su verdadero nombre de Miguel Reyes Palencia. Había sido
reemplazado por el del personaje de ficción que había sido creado a partir de
su propio infortunio: Bayardo San Román.
Lo que don
Miguel solicitaba como reparación moral por los daños causados a su imagen y
reputación no era poca cosa. Era el 50 por ciento de las utilidades literarias
y cinematográficas de las que Gabriel García Márquez y su hermano Eligio se
hubiesen beneficiado por la publicación de sus respectivas obras referidas a su
experiencia de la vida real.
Diecisiete
años más tarde, en el 2011, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Barranquilla, emitió una sentencia rechazando, en apelación, la demanda de
Reyes Palencia, sobre el fundamento de que los derechos de autor no recaen
sobre hechos de la vida real, sino sobre creaciones del espíritu en cualquier
campo; carencia de titularidad del derecho de autor por parte del demandante;
hecho real de público conocimiento; carencia de nexo causal entre el perjuicio
alegado y las obras literarias.
A Miguel
Reyes Palencia le causó gran pesar la muerte de Cayetano Gentile, pues habían
sido buenos amigos. De Gabriel García Márquez dice que era como un miembro de
la familia de la novia. Vivió en esa casa unos seis meses, cuando su padre tuvo
problemas económicos.
En la
novela, Angela Vicario le estuvo escribiendo cartas a Bayardo San Román durante
años, sin respuesta alguna. Un día, sin embargo, en forma inesperada se le
apareció.
Cargaba dos
maletas. En una, estaba su ropa. En la otra, las dos mil cartas que nunca había
abierto. Llegó para quedarse. Y entonces pudo fraguarse lo que no pudo
realizarse en la noche de la desventura.
En la vida
real, Miguel Reyes Palencia volvió a reencontrarse con Margarita Chica Salas.
Aunque sin casarse vivieron como marido y mujer, hasta que se les extinguió el
afecto.
Con el
cabello color de nieve y la piel surcada por los años, sin haber revelado jamás
la auténtica historia de su vida, Margarita, a los 78 años de edad, se despidió
de este mundo.
Nunca se
encontraron pruebas fehacientes de que en la vida real Cayetano Gentile había
sido el verdadero causante de su desdicha.
Tampoco
contra Santiago Nasar, en el mundo de la ficción.
Autoria : Leonel Fernandez
Autoria : Leonel Fernandez
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