La Navidad pasa de largo en Venezuela

"El año
pasado fue fabuloso, la mesa estuvo repleta de todo, gracias a Dios no falló
nada", dijo a Efe con brillo en los ojos este obrero de 29 años, al
recordar sus últimas festividades.
"Este año
veremos (...), se quemó el rancho (vivienda precaria) y ahorita estoy
solventando", añadió antes de aseverar que sería "demasiado
triste" no disfrutar finalmente de una cena y de regalos en Navidad y Año
Nuevo.
"Afortunados",
a pesar de todo
Pese a todo, en su
refugio, Machado y su familia son casi privilegiados: los niños asisten con
regularidad a la escuela y casi siempre hay comida en la mesa desde que, al
igual que hizo con su hogar, improvisó un lavadero de autos en la calle que le
reporta, si la jornada es buena, unos 10 dólares por día.
Pero aun así, los
Machado forman parte de los más de siete millones de venezolanos que, de
acuerdo con cifras de Naciones Unidas, precisan de ayuda humanitaria urgente.
Ellos son los más
golpeados por la acuciante crisis económica que atraviesa Venezuela, y para
quienes las tradiciones de fin de año son cada vez más difíciles de
experimentar.
Así, dejan de ser
venezolanos, reflexiona Machado en su chabola al ligar estas costumbres con el
gentilicio.
Adaptarse a las
circunstancias
A varios
kilómetros del refugio de Machado, en el acomodado barrio caraqueño de Chacao,
la comerciante Marly Arias abandona el supermercado con una pequeña compra que
no incluye pernil, el tradicional jamón que se come horneado cada fin de año en
Venezuela.
"Tratamos de
hacer lo que se puede porque no alcanza el presupuesto familiar, las
expectativas son bastante cortas", dijo la mujer a Efe.
Estimó que
preparará "con mucho sacrificio" las llamadas hallacas, un pastel de
maíz y carnes envuelto en hojas de plátanos que es la base de la cena de
Nochebuena y Nochevieja en Venezuela.
Pero aunque reside
en una zona con mayoría de familias de clase media o acaudaladas, donde se
espera que la crisis no golpee con intensidad, la mujer de 35 años no destinará
"ninguna inversión" a la decoración o a la pintura del hogar, otra
costumbre de los venezolanos por estas fechas.
Tampoco a regalos,
un lujo inaccesible en medio de la crisis. Hacer regalos "pasó a la
historia", dijo esta madre, al tiempo que agradeció que sus hijos sean ya
mayores y no esperen presentes de San Nicolás o los Reyes Magos. "En la
familia vamos a intercambiar arroz, de repente comida", añadió con una
sonrisa.
Ventas bajo
mínimos
Apoyado sobre el
aparador, John Ávila mira hacia la puerta aguardando con impaciencia por los
clientes que no terminan de llegar. En años pasados, a mediados de diciembre ya
había vendido miles de galones de pintura, pero ahora la crisis que atraviesa
Venezuela espantó a sus compradores.
"Están muy
flojas las ventas, ha disminuido demasiado. Es impresionante", dijo a Efe
el hombre de 40 años, que administra una enorme tienda de pinturas en Chacao.
Dar una nueva mano
de pintura al hogar, y hasta a sus alrededores, era una de las tradiciones de
Navidad más extendidas en Venezuela.
Pero desde que se
agudizó la crisis económica hace ya un lustro, los ingresos de los venezolanos
están destinados en su práctica totalidad a la compra de alimentos y medicinas.
En la tienda de
Ávila el bote de pintura más económico se vende por poco más de 15 dólares. El
más caro por unos 100. Una pequeña fortuna en un país donde más de tres
millones de trabajadores y otros cuatro millones de pensionados -casi un cuarto
de la población- perciben ingresos por debajo de los 7 dólares mensuales.
Otras alternativas
En uno de los
mercados populares más importantes de Caracas, el jardinero Douglas Torrealba
ofrece pinos locales podados desde cinco dólares para decorar las casas con el
tradicional árbol de Navidad.
"Se han
vendido", dijo a Efe con entusiasmo el hombre de 35 años.
Pero si incluso
estos precios fueran muy altos, la enfermera Belkis Guzmán, vecina de Machado,
tiene una respuesta: reciclar para decorar.
La mujer de 50
años confeccionó con vasos desechables un "hombre de nieve" que
desafía con su cuerpo de plástico el calor de Caracas, y un pequeño pino de
cartón, gracias a carpetas recicladas.
"Esto es lo
más económico que podemos hacer; a mi familia le gusta mucho la Navidad",
dijo a Efe esta madre y abuela, que vio a sus tres hijos emigrar para huir de
la crisis y cree que la Nochebuena será en su hogar "un día normal".
¿Normalidad?
En Caracas flotan
sobre el Río Guaire, una cloaca a cielo abierto que recorre la ciudad de este a
oeste, miles de luces que hacen las veces de decoración.
Otras miles de
luces alumbran una larga calle peatonal en el oeste de la capital, donde
cientos de personas se reúnen cada noche aprovechando la burbuja de seguridad
que brindan la muchedumbre y la presencia policial.
En este punto, la
publicista Anibeth Atencio se hace fotografías y disfruta de la frescura
caraqueña de finales de año, mientras explica a EFE que "esto es bonito,
es un motivo de distracción y esparcimiento".
Pero muchos
venezolanos están en contra de estas luminosas decoraciones en Caracas, mientras
las regiones son golpeadas por severos racionamientos eléctricos.
El diputado
opositor Ángel Alvarado se sumó en días pasados a las voces críticas y aseguró
que el Gobierno de Nicolás Maduro pretende ofrecer una "sensación de
normalidad" para acallar las molestias por la crisis, que deja a Venezuela
como el país con peor desempeño económico de la región. EFE
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