Escuela Pituca Flores: esperanza de quienes viven en callejón sin salida

PITUCA
Fotos. Pedro Sosa
REPORTAJE
ESCRITO POR ROSA ALCÁNTARA
Hello my friend! Así recibió a reporteros de HOY el niño Adrian José, de 10 años de edad, uno de los estudiantes de la escuela hogar Pituca Flores, enclavada en Villa Eloisa, del barrio Las Cañitas, a la orillas del río Ozama, donde para llegar hay que bajar 150 escalones.
“¿Ve que yo sé hablar inglés? A nosotros nos están enseñando en esta escuela”, expresó el niño con mucho orgullo. Asimismo, y de manera espontánea, otro alumno del centro educativo manifestó: “yo estoy en la mejor escuela del mundo”. Cuando se le preguntó el porqué decía eso respondió: “Oh, es que aquí yo tengo de todo”.
La escuela hogar Pituca Flores es de la modalidad Tanda Extendida, por lo que el niño de nueve años, al expresar que no le hacía falta de nada, se refería a que en su escuela tiene su alimentación asegurada y, además, recibe el amor de sus profesores y de sus compañeros de clases.
Es que, como manifiesta el sacerdote Joselito Beltré Pérez, director de la escuela, los niños que estudian en ese centro reciben una educación integral y encuentran en ese hogar lo que no tienen en sus casas: amor, cariño, seguimiento y comprensión.
Eran las 11:00 de la mañana cuando los reporteros de este diario iniciaron la travesía al inhóspito barrio en la búsqueda de la referida escuela.
Fueron varios minutos de incertidumbre por entender que se estaba en un callejón al que no se le veía salida y porque, de acuerdo al niño de 12 años Francisco Marchena, quien fungió de guía, para regresar había que subir los 150 mismos escalones que se bajaron. “Por aquí se arma un tiroteo a cada rato”, dice el niño a modo de información.
Al llegar a la escuela, el padre Beltré Pérez estaba junto a un grupo de los estudiantes con uniforme de béisbol mostrándole los útiles deportivos que consiguió en donación para la práctica de ese deporte. El sacerdote informó que logró formar la liga deportiva infantil “Padre Joselito” que practicará, siempre y cuando no llueva, en un terreno ubicado al lado del río Ozama. Se observaba a los niños hacer ‘swing’ con el bate y parando la pelota con el guante. La alegría de los niños era notoria.
Solidaridad. El valor de la solidaridad, aprendido por los estudiantes de esa escuela, se puso en evidencia cuando varios niños tomaron pedazos de cartón para echar brisa al padre Joselito y a esta reportera, debido al fuerte calor que hacía. Era cerca del mediodía y la entrevista se hacía al interior de un anexo del centro que se construye al frente de la escuela, donde funcionarán las oficinas administrativas, varias aulas y el comedor.
Hace dos años que esa escuela de dos niveles fue construida. Tiene seis aulas. Otras cuatro funcionan en un anexo.
Gestión del padre Joselito. El religioso diocesano tiene nueve años como director de la escuela hogar. Es un proyecto que se inició hace cerca de 30 años como un programa de nutrición infantil. Tiene solo dos años funcionando como Tanda Extendida. Tienen 265 estudiantes matriculados que están cursando los niveles de inicial a sexto.
Ese proyecto pertenece a la parroquia Ascensión del Señor, de la cual el padre Joselito es párroco, al igual que de la iglesia San Rafael, en el barrio 24 de Abril.
El padre Joselito solicita al Ministerio de Educación el nombramiento de dos profesores de básica y uno de inicial, así como que se extienda hasta el octavo grado los niveles educativos.
Para el padre Joselito la Tanda Extendida ha significado mucho para esa empobrecida comunidad. Además de proveer de alimentos a sus estudiantes, se han creado varias fuentes de empleo con el nombramiento de conserjes, porteros y cocineros.
Se hacen los ciegos. En Villa Eloisa viven unas 500 familias en condiciones infrahumanas. Al no poder penetrar vehículos tienen que sacar a las parturientas, envejecientes, discapacitados y a las personas enfermas en litera (antigua silla de varas para el transporte de una persona).
El padre Joselito depositó una carta en el Ayuntamiento del Distrito Nacional pidiendo la construcción de una calle por la cañada de Villa Eloisa, que tiene unos 600 metros. “En pleno siglo XXI que aquí no haya acceso a un vehículo es algo insólito cuando se enferman las gentes hay que subir y bajar 300 escalones”, dijo.
Lamenta que los políticos visiten a los residentes de ese sector solo en tiempos de campaña, en una actitud de chantaje; de dar dádivas a cambio de votos.
El religioso se queja de que la extrema pobreza de la gente que vive allí no sensibilice a los políticos ni a quienes toman decisiones para cambiar la vida de esos seres humanos.
Otro de los graves problemas que sufren los residentes de ese paupérrimo barrio es la contaminación ambiental. El mal olor que sale de la cañada, los mosquitos y la insalubridad ponen en peligro la vida de su gente. Los niños y adultos sufren de problemas en la piel, hongos en la cabeza y parásitos, fiebre y diarrea.
Precisamente para concienciar sobre la necesidad de vivir en ambientes sanos, los estudiantes de la escuela Pituca Flores desarrollan un proyecto bajo el lema “La higiene en nuestro entorno garantiza la salud”.
Las viviendas construidas en ese barrio son casuchas, en su mayoría forradas de sacos y trapos. Algunas viviendas han sido reparadas por la gestión del sacerdote. Cuando llueve, muchas de las cerca de tres mil personas que viven en ese lugar sufren inundaciones ante la crecida del río Ozama.
El padre Joselito cuenta que la mayoría de la gente vive del chiripeo y fabrican sacos. Cuando logran hacerse profesionales se van del barrio para salir de esa triste y cruda realidad.
En Villa Eloisa muchos de sus jóvenes están en las cárceles o muertos. La venta y consumo de drogas está sin control, así como la proliferación de armas de fuego. Además muchas niñas ejercen la prostitución desde antes de los 15 años.
El padre Joselito dice que todos los que hacen vida en ese barrio se encuentran en peligro por los pleitos que se producen continuamente entre las pandillas.
Una luz. En medio de esa realidad y a pesar de las precariedades, el resultado del trabajo eficiente que se realiza en la escuela se evidencia en las competencias interescolares.
Con mucho orgullo el padre Joselito dice que de todas las escuelas del Distrito 15-02 que participan en las olimpiadas de ortografía y lectura, la Pituca Flores es la que ha obtenido el primer lugar, lo que atribuye al talento y a los valores que poseen sus estudiantes.
PUBLICADO EN EL PERIÓDICO HOY

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