La gente apela a creativas formas de convivencia
Santo Domingo, RD.- Cada
noche y curso del día, ciudades y comarcas rurales del país están reflejando
el impacto y duro trance que encaran con pesadumbre los vecindarios, por las
amenazas a la salud y sus vidas que ha desencadenado el coronavirus, un mal
que tiene ahora de rodillas al mundo, trastornando aquí la vida de familias
enteras comprimidas por la angustia.
Los vecindarios
experimentan una ambiente de soledad y aislamiento implacable que arroja sobre
estos un cobertor de sombras, haciendo de sus espacios un entorno espeso, penumbroso
y casi fantasmal desde que entra en efecto el toque de queda, desde las 5:00 de
la tarde hasta las 6:00 de la mañana.
Cuando aflora el
nuevo día, que habrá de seguirá las predicciones del anterior, volverá a
lucirse un pasaje con iguales afinidades: el mutismo de la ciudad, con sus
calles desoladas, vecinos recogidos en sus viviendas bajo puertas cerradas,
mientras en su interior fluye una fluctuación de emociones, desde desesperación
hasta esperanza, miedo y valor, aunque siempre un hálito de consuelo, una
pilastra de fe, una increíble entrega a la oración y, sobre un gran pedestal
imaginario, la mirada hacia Dios omnipresente.
Y es que allá, afuera
o dentro del hogar, deambulando por los aires, atrancado e invisible, este
coronavirus está listo para atacar a truncar vidas.
Los estilos de vida y
convivencia dominicana han cambiado de raíz. Así, inesperadamente, tan
increíblemente rápido, de golpe y porrazo, este virus ha forzado al encierro,
ha alterado los lazos de armonía social y ha privado hasta la comunicación
próxima y directa entre los ciudadanos.
Un equipo de
periodistas de Listín Diario cuenta aquí como se desenvuelve la vida en
vecindarios de la capital:
La vida en Los Álamos
Dalton Herrera
informa que el Covid-19 “ha transformado el estilo de vida de todos, y eso
incluye a los residentes del Residencial Felipe III”, en el sector Los Álamos,
de Santo Domingo Oeste.
Ya los niños no salen
a correr por el parqueo como lo hacían antes. Ahora son los adultos que se han
adueñado de ese espacio para hacer ejercicios y transitar con bicicletas en
círculos para el evitar contacto con el mayor número de extraños. Otros
aprovechan el techo del condominio para trotar en círculo sin importar que en
horas de la tarde el sol sea el amo absoluto de los cielos.
El conglomerado de
vecinos siempre se han comunicado mediante WhasApp y, ahora, más que nunca, lo
hacen. Desde ahí se hacen cadenas de oraciones y comparten informaciones de
las redes sociales para que los vecinos estén al tanto de los daños o avances
que ha tenido el Covid-19 en República Dominicana.
Una de las medidas
que se tomaron como grupo fue la prohibición de entrada a todo forastero del
edificio que entre sin guantes y sin mascarillas, sobre todo la de los
“deliverys”. Nadie quiere verse contagiado del también llamado coronavirus.
El drama en las
escaleras
Jhenery Ramírez
cuenta también que en Los Álamos El coronavirus ha alejado a la gente.
Encontrarse a la vecina en la escalera es como sentir que uno ha salido de una
cárcel o sufre de una extraña enfermedad, porque esta denota, visto en sus
gestos, desagrado por tener que compartir este espacio con alguien.
En este residencial,
de cuatro edificios de cuatro niveles, a diferencia de la normalidad, los carros
permanecen en sus parqueos todas las noches. “Aquí, el intercom ha perdido su
misión en la última semana porque se prohibió la entrada del delivery. Cuando
se pide algún producto al colmado o una comida preparada a un restaurante, o
hasta un medicamento a la farmacia, los moradores deben bajar a buscarlos, no
importa si estás en la tercera o la cuarta”, dice Ramírez
Ejemplo de buena
vecindad
Deyanira Polanco
resalta la convivencia de buenos vecinos que se conserva en un vecindario de
uno de los proyectos de Brisa Oriental, en Santo Domingo Este.pese a
distanciamiento social por COVID19.
Este mensaje lo
dice todo: “Pido a Jehová que nuestra vecindad esté bajo su cobertura”, es un
mensaje que le envió una maestra que tiene más de un año enfrentando un
cáncer, a una vecina periodista, a quien previamente había llamado para pedirle
que se cuidara cuando se reportaron los primeros casos de coronavirus en
República Dominicana.
Convivencia en
momento crítico
Deyanira Polanco
resalta la convivencia de buenos vecinos que se conserva en un vecindario de
uno de los proyectos de Brisa Oriental, en Santo Domingo Este.pese a
distanciamiento social por COVID19.
Este mensaje lo dice
todo: “Pido a Jehová que nuestra vecindad esté bajo su cobertura”, es un
mensaje que le envió una maestra que tiene más de un año enfrentando un
cáncer, a una vecina periodista, a quien previamente había llamado para pedirle
que se cuidara cuando se reportaron los primeros casos de coronavirus en
República Dominicana.
Comunicación por
whatsApp y balcones
Wanda Méndez aporta
su experiencia en su vecindario de Gascue. Esto dice ella: Vivo con mi familia,
esposo y dos hijos, en el segundo nivel de un edificio de 5 apartamentos. He
visto a pocas personas salir de su apartamento durante la cuarentena y quien
lo ha hecho ha sido por motivos laborales o para adquirir alimentos. Con quién
mi familia ha tenido más interacción durante el año que llevo viviendo allí,
es con una pareja, ambos de más de 65 años, que también viven en el segundo
piso, en el ala contigua.
Estos días, ellos
reciben a nadie en casa, ni siquiera a sus hijos. Nosotros tampoco.
Encierro total en
Villa Faro
Lilian Tejada comenta
la vida de los vecinos del Residencial Isabel II, en Villa Faro, quienes limpian
aceras y contenes con agua y escobillas, con ace y cloro. Casi todos los
vecinos permanecen en sus casas y, como en toda comunidad, un pequeño grupo
hace la diferencia y se reúne como siempre a beber cervezas y ron y a jugar
dominó en la galería de una casa del vecindario, desoyendo las recomendaciones
de Salud Pública de no reunirse para realizar actividades sociales.
El bullicio acaba a
las 10 de la noche cuando se retiran a sus casas, luego de horas en esa actividad
bajo discusiones por una ficha y la inobservancia de la policía que pasa
realizando patrullas para que las gente cumplan el horario de toque de queda
para evitar aglomeraciones y reducir el impacto del brote viral.
“No he visto a mis
vecinos…”
Patria Reyes comenta
que en su sector, Herrera,”la gente ha optado por encerrarse. No vivo en condominio,
vivo en casa individual, y casi no he visto a mis vecinos desde que empezó la
cuarentena, quizás también porque salimos poco a la galería, escucho las
haitianas que pasan por el frente de la casa vendiendo aguacate y guineo maduro
y de manera muy esporádicas a las guaguas plataneras”.
Música contra el
aislamiento
Sergio Cid dice que
cada habitante de la urbanización Cancino Segundo vive su aislamiento social
amenizado con música de todo tipo. “Con el inicio del toque de queda, la
urbanización parece entrar en un sueño. Solo se escuchan las aves y el crujir
de los árboles que son movidos por la acostumbrada brisa de cuaresma”, agrega.
“En Benhiana,
recogimiento total
El periodista Ramón
Rodríguez reporta que en el residencial benhiana, de la avenida paseo de los
reyes católicos, arroyo hondo, de cinco edificios y ocho apartamentos cada
uno, la cuarentena se ha vivido “con un recogimiento tota”.
Y añade: “Los
condómines se mantienen en sus respectivos apartamentos, no reciben visitas de
personas no residentes y apenas salen a depositar la basura en el lugar
dispuesto. Los deliveris que llegan al residencial se quedan en el portón
principal, pues los accesos están cerrados y los condómines deben salir hasta
allí a recoger sus pedidos. Lo hacen bien protegidos”.
(Contribuyeron para
este reportaje los periodistas Wanda Méndez, Jhenery Ramírez, Patria Reyes,
Lilian Tejeda, Maritza Morillo, Deyanira Polanco, Cándida Acosta, Paul
Mathiasen, Sergio Cid, Ramón Rodríguez, Dalton Herrera y Guillermo Pérez).vv
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