Una semana frenética que sumió a Chile en una grave crisis social

Transportistas
y automovilistas coparon las autopistas que unen Santiago con el resto del país
para reclamar una baja en las altas tarifas del sistema electrónico de peajes,
congestionando las rutas en la hora de mayor tránsito.
Este estallido sin
precedentes en Chile, el más grave en casi 30 años desde el fin de la dictadura
de Augusto Pinochet (1973-1990), representa un claro desafío para su reconocido
modelo económico de mercado abierto.
Los siete días de
manifestaciones, enfrentamientos, saqueos e incendios en Santiago y otras
ciudades han dejado 19 muertos y denuncias de abusos de derechos humanos que
motivaron el envío de una misión de la ONU para investigar.
Ante la multiplicación
de denuncias sobre la acción de los militares que desde el sábado fueron
desplegados en las calles, la alta comisionada de Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, la expresidenta chilena Michelle Bachelet, anunció el envío
de "una misión de verificación para examinar" la situación.
La muerte de un
ciudadano peruano que había sido herido el martes durante un saqueo en el sur
de la capital chilena, elevó a 19 el número de muertes desde que comenzaron las
protestas, informó la Fiscalía.
Los enfrentamientos
entre manifestantes y las fuerzas de seguridad se mantuvieron el jueves en los
puntos álgidos de las protestas, como la céntrica Plaza Italia de Santiago, que
volverán a colmarse este viernes.
Sin embargo, las
concentraciones también mostraron un rostro festivo con cientos de jóvenes
bailando y haciendo sonar cacerolas durante un improvisado concierto de rock
callejero.
En los alrededores
del palacio presidencial de La Moneda, cientos de manifestantes se pararon al
frente durante todo el jueves a desafiar al ejército y gritar o cantar
consignas pidiendo la renuncia del mandatario Sebastián Piñera.
"Y va a caer,
va caer, Piñera va a caer", entonaban un conocido cántico chileno de la
época de la dictadura.
- De la ONU a
Chile -
Las protestas
continúan mientras aumentan las denuncias de abuso de los agentes del Estado.
Cinco de las 19 muertes fueron a manos de las fuerzas del Estado.
Un último reporte
del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) contó, además, 584 heridos,
245 de ellos por armas de fuego.
Frente a los
cuestionamientos, el ministro de Defensa, Alberto Espina, afirmó que los
militares actuaban para proteger los derechos humanos de los chilenos, no para
violarlos.
José Miguel
Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, también fue invitado
a Chile por Piñera.
El padre de la
alta comisionada de la ONU fue detenido y torturado tras oponerse al golpe de
Pinochet y murió en la cárcel en 1974, y Bachelet misma fue torturada antes de
exiliarse.
- En calles y
autopistas -
Un exiguo aumento
de la tarifa del metro de Santiago fue el catalizador de las protestas, que han
derivado en un movimiento mayor, heterogéneo y sin un liderazgo identificable,
que pone sobre la mesa otras demandas, principalmente un aumento de las bajas
pensiones del sistema privado, heredado de la dictadura.
"Esto ya es
el reclamo de todo un país, nos cansamos", gritaba una manifestante
durante un cacerolazo en Santiago.
El anuncio de una
batería de medidas sociales por parte de Piñera el martes y su pedido de
"perdón" por su gestión inicial de la crisis parecen no haber surtido
efecto en la población.
El gobierno
prometió mejorar las pensiones de los más pobres, aumentar impuestos para
ciudadanos de mayores ingresos y disminuir las dietas parlamentarias y los
altos sueldos públicos, además de congelar un alza del 9,2% en la electricidad.
Miles de camiones,
taxis y vehículos particulares se sumaban este viernes a la protesta contra las
altas tarifas del sistema electrónico de peajes.
"Los
transportistas pequeños estamos siendo agobiados por el pago de las
autopistas" y "nos plegamos a la situación que se generó en el
país", dijo a la AFP Marcelo Aguirre, conductor de 49 años, durante
esa movilización.
Aunque en medio de
las constantes protestas, Santiago busca también retomar su ritmo al dejar
atrás la primera semana de movilizaciones. Muchos de los comercios céntricos
abrieron con normalidad en los últimos días, pero cada tarde los
enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas de seguridad paralizan la
actividad.
El metro -con más
de 70 estaciones dañadas, varias de ellas destruidas- funciona parcialmente en
cinco de sus siete líneas, apoyado por miles de buses para trasladar a la
mayoría de los siete millones de santiaguinos. AFP
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