Trump visita entre protestas la escena del tiroteo de Pittsburgh

Acompañado por su esposa, Melania,
y por dos de los miembros judíos de su familia, su hija Ivanka y su yerno Jared
Kushner, el presidente se desplazó a la escena del tiroteo del sábado y se
reunió con al menos cuatro de los seis heridos en el suceso.
Su visita generó una enorme
polémica en la ciudad, cuyo alcalde, el demócrata Bill Peduto, le pidió sin éxito
cancelar el viaje para no interferir con el duelo de las familias, mientras
cientos de personas se manifestaban a apenas dos calles de la sinagoga al grito
de "Váyase de Pittsburgh, váyase de Pensilvania".
Además, más de 76.000 personas
firmaron una carta abierta difundida en internet por la organización judía de
Pittsburgh "Bend the arc", que sentenciaba que Trump no era
bienvenido en la ciudad hasta que "denuncie inequívocamente el
supremacismo blanco" que motivó al presunto autor de la matanza en la
sinagoga, Rob Bowers.
"Durante los últimos tres
años, sus palabras y sus políticas han dado alas a un creciente movimiento
nacionalista blanco", indica la carta dirigida a Trump.
Parte de la comunidad judía del
país sigue ofendida por la respuesta de Trump a los violentos choques del año
pasado en Charlottesville (Virginia), donde una joven murió atropellada por un
neonazi durante una gran marcha de supremacistas blancos.
Trump culpó de ese suceso tanto a
los neonazis como a los manifestantes de izquierda que programaron
contramanifestaciones en Charlottesville, apuntando a una supuesta equivalencia
moral entre ambos grupos, lo que generó un aluvión de críticas.
Las declaraciones de Trump en
respuesta al tiroteo de Pittsburgh, el ataque más grave contra judíos en la
historia de EE.UU., también ofendieron a al menos una de las familias de las
víctimas mortales, la de Daniel Stein.
El sobrino de Stein, Stephen Halle,
dijo al diario The Washington Post que su familia había rechazado una petición
de Trump de reunirse con ellos debido a la afirmación del presidente de que, si
hubiera habido "un guardia armado dentro del templo, habría podido
detener" al autor del tiroteo.
"Todo el mundo siente que
(esas declaraciones) no fueron apropiadas. Estaba culpando a la comunidad"
de la sinagoga, opinó Halle.
La Casa Blanca invitó a los cuatro
líderes del Congreso, los republicanos Mitch McConnell y Paul Ryan y los
demócratas Chuck Schumer y Nancy Pelosi, a que acompañaran a Trump en su visita
a Pittsburgh, pero todos ellos rechazaron la oferta, aunque los conservadores
citaron compromisos previos de campaña.
No obstante, Trump mantuvo sus
planes de viajar a Pittsburgh porque "adora a la comunidad judía" y
quería "expresar el apoyo del pueblo estadounidense ante el dolor",
en palabras de su portavoz, Sarah Sanders.
Su primera parada en Pittsburgh fue
la sinagoga de la Congregación del Árbol de la Vida, el escenario del tiroteo,
donde Trump y su esposa colocaron una rosa blanca y una pequeña piedra sobre
cada una de las once estrellas de David erigidas frente al templo en memoria de
las víctimas de la matanza.
Seguidos de cerca por Ivanka y
Kushner, el presidente y la primera dama encendieron velas en señal de luto en
el vestíbulo de la sinagoga, pero no pudieron recorrer todo el edificio porque
aún estaba acordonado por los investigadores del crimen.
A apenas dos calles de distancia,
una de las dos manifestaciones convocadas con motivo de la visita de Trump
instaba al presidente a abandonar la ciudad, con lemas como "Las palabras
importan", en referencia a la ambigua retórica del mandatario con el
racismo y el supremacismo blanco.
Trump y su familia, acompañados por
el también judío secretario del Tesoro de EE.UU., Steven Mnuchin, visitaron
también un hospital que atendió a varios de los seis heridos en la masacre, el
presbiteriano de la Universidad de Pittsburgh.
Allí, se reunió a puerta cerrada
con los cuatro agentes del orden heridos en el tiroteo y con el personal médico
que les atendió, cerrando una visita solemne en la que evitó cualquier
declaración a la prensa. EFE
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