Estallido social de Nicaragua cumple seis meses en medio de paro de consumo

El paro de consumo, un llamado por
la Unidad Nacional Azul y Blanco que se inició ayer, consiste en no comprar
artículos que más generan recursos por impuestos al Estado, como combustibles,
bebidas alcohólicas, gaseosas y tabaco.
Hasta ahora la Unidad no ha
brindado reportes sobre el efecto de la protesta, pero la misma tiene como
objetivo evitar que el Gobierno utilice los ingresos del presupuesto general
para "reprimir al pueblo".
El paro de consumo es la última de
múltiples manifestaciones pacíficas de los nicaragüenses contra Ortega, algunas
de las cuales han consistido en marchar por las vías principales, paro nacional
de actividades, lanzar globos con los colores azul y blanco de la bandera
nacional de Nicaragua, o pintarse los labios de color rojo.
Organismos humanitarios afirman que
desde el 18 de abril pasado entre 322 y 512 personas han muerto y otras 459 han
sido capturadas como "presos políticos", debido a las acciones del
Gobierno contra los manifestantes autoconvocados, es decir, que no siguen las
órdenes de ningún líder.
Las autoridades reconocen 199
muertos y más de 200 reos, a los que califica como "terroristas" y
"golpistas".
El Gobierno de Nicaragua ha sido
señalado, por organismos defensores de los derechos humanos locales e
internacionales, como responsable de "más de 300 muertos",
ejecuciones extrajudiciales, torturas, obstrucción a la atención médica,
detenciones arbitrarias, secuestros y violencia sexual, entre otras violaciones
a los derechos humanos.
Entre los organismos que han
responsabilizado de forma directa al Gobierno nicaragüense están la oficina del
Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh), la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y Amnistía Internacional
(AI).
El presidente Ortega hasta ahora no
reconoce la responsabilidad y mantiene su versión de que su Gobierno es víctima
de un intento de "golpe de Estado".
Un diálogo nacional entre el
Gobierno y la Alianza Cívica, que representa a diversos sectores de la
población nicaragüense, se mantiene congelado desde julio pasado, cuando grupos
oficialistas agredieron al Episcopado, que actúa como mediador.
Tanto la Alianza como el Episcopado
han dicho públicamente que quieren continuar con el diálogo, cuyo objetivo es
que Nicaragua "vuelva" a la democracia, lo que significa adelantar
las elecciones de 2021, y que se haga justicia con las víctimas, sin que hasta
ahora haya una respuesta positiva de Ortega.
Las protestas contra Ortega y su
esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, comenzaron por unas fallidas
reformas de la seguridad, y se convirtieron en una exigencia de renuncia tras
las muertes registradas durante las manifestaciones. EFE
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