Chávez sigue el camino de Lenin, el primer revolucionario embalsamado


PRESIDENTE DE VENEZUELA

  • Vladímir Lenin, embalsamado.

Miguel Bas | EFE
Moscú
La decisión de embalsamar a Hugo Cávez sigue la tradición revolucionaria iniciada tras la muerte del líder bolchevique Vladímir Lenin, cuya momia yace en el mausoleo de la Plaza Roja de Moscú desde 1924.
Lenin fue embalsamado nada más morir, en enero de 1924, para, como decía entonces el diario "Pravda", dar la posibilidad a "todos los trabajadores" de despedirse del "líder del proletariado mundial".
Los expertos afirman que las actuales tecnologías rusas, heredadas de los antecesores soviéticos que las inventaron, permitirán conservar la momia de Lenin durante "un tiempo indefinidamente largo".
Según algunos expertos, la momia conserva apenas una cuarta parte de los tejidos originales, aunque Iliá Zbarski, el científico que cuidó el cuerpo durante dieciocho años, afirmó en 2000 que éste aún debía conservar moléculas del ADN y podría incluso ser clonado.
La conservación de la momia es resultado tanto del embalsamado como del sofisticado sistema de mantenimiento que se ubica bajo el Mausoleo de Lenin, en la Plaza Roja de Moscú.
La única vez que la momia de Lenin estuvo ausente del mausoleo fue en el curso de la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas nazis se acercaron a Moscú y fue evacuada durante 1.360 días a la ciudad siberiana de Tiumen.
Dos días después de su muerte, el cuerpo de Lenin fue expuesto al público en la Sala de las Columnas, antigua pista de baile de la aristocracia moscovita que a partir de entonces se convirtió en el lugar de los velatorios de todos los líderes comunistas soviéticos.
Simultáneamente, comenzó el diseño y construcción del primer mausoleo, que el 27 de enero de 1924 abrió sus puertas a la interminable hilera de gente que desde entonces y hasta el día de hoy pasa junto al sarcófago transparente, diseñado por el ingeniero Nikanor Kurochkin, quien también creó el cristal de rubí para las estrellas de las torres del Kremlin.
En 1930 aquel mausoleo provisional de madera fue sustituido por la actual pirámide escalonada de mármol, granito, labradorita y pórfito, obra del arquitecto Alexéi Schusev.
Bajo ese edificio, sin el cual ya resulta difícil imaginar la famosa Plaza Roja y desde cuya tribuna en tiempos soviéticos los líderes comunistas saludaban los desfiles militares, funcionan una sala de máquinas y todo un laboratorio especial, llamados a conservar la momia del fundador del Estado soviético.
Un complicado sistema se encarga de crear las condiciones óptimas de temperatura, humedad, presión atmosférica, iluminación y otros parámetros en el sarcófago y en otras instalaciones donde yace la momia.
Todos los días, quince minutos antes de la apertura del mausoleo al público, la momia es sacada de un féretro de metal, donde se guarda cuando no es exhibida, luego es humedecida con un aerosol especial y colocada en el sarcófago de vidrio a prueba de balas.
Ambos recipientes son totalmente herméticos y para guardar la momia se llenan con un gas especial.
Ahí mismo, bajo el Mausoleo, todos los años los restos momificados de Lenin son sometidos durante dos meses a una serie de procedimientos químicos y biológicos para garantizar que permanezca incorruptible.
Simultáneamente se revisa el estado de los equipos técnicos que aseguran la temperatura y humedad necesarias para la conservación óptima de la momia.
Tras la muerte de Iosif Stalin en 1953, Lenin compartió el panteón con su sucesor, también embalsamado, hasta el "deshielo" del próximo jerarca soviético, Nikita Jruschov, quien denunció las represiones y el culto a la personalidad del dictador y en 1961 ordenó retirar su cuerpo y darle sepultura detrás del mausoleo.
El mausoleo fue objeto de peregrinación obligatoria en tiempos de la URSS, y, aunque cada año las visitas descienden, todavía atrae a turistas y curiosos, incluidas parejas de novios que acuden a celebrar su boda en la Plaza Roja.
Al mismo tiempo, en la sociedad rusa surgen esporádicamente debates sobre la posibilidad de poner fin a ese singular culto y retirar del corazón del país la momia de Lenin.
Según datos oficiales, en enero de 2013 a favor de sepultar los restos de Lenin se pronunciaba un 49,56 % de los rusos, mientras el 50,44 está categóricamente en contra de sacarlo de donde está.

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