Discurso del Presidente Danilo Medina
PARTE 6
Honorables asambleístas,
Dominicanos y Dominicanas,
Quiero darles ahora algunas pinceladas sobre el contexto
macroeconómico que vive nuestro país y que, si bien nos plantea importantes
retos, también es motivo de optimismo para nuestro gobierno.
A pesar de las dificultades originadas en el entorno
internacional, nuestro país cerró el año 2012 con un crecimiento cercano a 4%,
superior al promedio de 3.1% que alcanzó América Latina según estimaciones de
la CEPAL.
Desde el gobierno reiteramos hoy nuestro propósito de
trabajar sin descanso para que la economía siga creciendo, y también para
garantizar que sus frutos se distribuyan equitativamente.
Es importante resaltar que prácticamente todas las
economías del mundo vieron enfriarse su crecimiento en 2012, incluyendo China y
la India, que parecían invulnerables. Afortunadamente las últimas noticias
provenientes de los EUA, Europa y Asia apuntan hacia cierto mejoramiento
durante el 2013.
Varios sectores tuvieron en 2012 un desempeño positivo,
destacando la minería que creció 42%. Energía
y agua, que aumentó 7.7%. Intermediación financiera con 7.3%. Salud, con 5.9%. Enseñanza
con 4.5%. La agropecuaria, con un incremento de 4.1%. El comercio con 4%. Transporte
3.4%. Y hoteles, bares y restaurantes, que creció lo mismo que el sector
comunicaciones, 3.2%.
Fruto de ese desempeño, el PIB per cápita de la República
Dominicana alcanzó un nivel de 5 mil 762 dólares y, así, el producto total
dominicano, es el más alto de la región de Centroamérica.
La inflación fue de 3.9%, la más baja de los últimos
veinte años y, aunque en 2013 subirá algo como efecto inmediato de los ajustes
impositivos que fueron aprobados, se espera que no supere el 5%, por el firme
compromiso de la actual gestión con el mantenimiento de la estabilidad
macroeconómica.
Como una forma de estimular la economía, y considerando
la baja tasa de inflación, la autoridad monetaria viene aplicando, cuidadosamente,
una política de reducción de las tasas de interés de referencia, influyendo
sobre las tasas bancarias y fomentando así la reactivación del crédito al
sector privado, a partir del segundo semestre del año pasado.
En efecto, entre los meses de agosto y diciembre de 2012,
los préstamos al sector privado, tanto en moneda nacional como en moneda
extranjera, aumentaron en casi 31 mil millones de pesos, revertiéndose la
tendencia a la baja que se había observado durante la primera parte del año
anterior.
Pese al lento crecimiento económico de la UE y los
Estados Unidos, las exportaciones dominicanas lograron crecer durante 2012,
superando los 9 mil millones de dólares que, si bien no es suficiente para
corregir el déficit externo, constituye el mayor nivel en la historia
dominicana.
Es importante destacar el repunte que están
experimentando las Zonas Francas, que reportaron exportaciones cercanas a los 5
mil millones de dólares, mostrando la clara recuperación, fruto de una mayor
diversificación del sector.
Las remesas, sin embargo, sufrieron una leve reducción de
1.3%, debido, fundamentalmente, a la situación de desempleo que registran los
países europeos donde residen muchos dominicanos, como es el caso de España.
A pesar de ello, los recursos recibidos de los
dominicanos en el exterior ascendieron a 3 mil 158 millones de dólares en 2012.
Desde hace algún tiempo, el sector financiero se mantiene
fuerte y en crecimiento, pues se adoptaron las decisiones para fortalecer la regulación
y vigilancia, de modo que hoy exhibe altos niveles de capitalización, estabilidad,
solidez y solvencia.
Sus activos totales se incrementaron en 9.1 % en 2012. Sus
clientes registran niveles de morosidad o atrasos de apenas 3.4% y la solvencia
consolidada de todos los intermediarios financieros es de 18.2%, muy superior
al 10% que exigen los estándares internacionales.
El gobierno ha mostrado desde el primer día su actitud
responsable en el manejo macroeconómico y aplicó a partir de agosto una
política de control y racionalización del gasto, que permitió que de septiembre
en adelante las erogaciones se redujeran casi la mitad con respecto al nivel
que mantenían en los meses previos.
La nueva administración ha emprendido una lucha frontal
contra el déficit presupuestario, para alejar el fantasma de la inestabilidad
macroeconómica.
La gestión financiera del Estado Dominicano se está
transformando, para que no siga siendo vista con recelo por los organizaciones
internacionales y por nuestros propios ciudadanos. Es preciso someter a las
instituciones públicas a un proceso de reingeniería para que desarrollen la
capacidad necesaria para impulsar esta visión. Tenemos que cambiar los hábitos
y actitudes entre nuestra burocracia, y yo estoy vigilando para que así se
haga.
Señoras y señores
Nuestro gobierno tiene un firme compromiso con el
principio de la seguridad jurídica para la inversión. Soy un fiel creyente en
la sana inversión extranjera para estimular el crecimiento del ingreso, el
empleo, la reducción de la pobreza y la generación de divisas, en economías
emergentes como la nuestra.
En este contexto, quiero ahora referirme a un tema que
desde hace meses se viene debatiendo en el país, y sobre el cual un número
creciente de sectores, grupos, y líderes de la sociedad dominicana han estado
reclamando una definición del Gobierno. Me refiero, al contrato entre el Estado
dominicano y la empresa Barrick Pueblo Viejo.
La inversión extranjera que se ha producido en el
Proyecto Barrick Pueblo Viejo es la de mayor envergadura que ha tenido lugar en
el país en toda la historia.
Se estima que la inversión realizada alcanza más de 3 mil
millones de dólares, monto que deberá ser validado por la auditoría que el
Estado dominicano contrató con la SGS de Suiza.
Estoy convencido de que la Barrick es una empresa seria,
comprometida con una minería responsable, y cumplidora de las normas y mejores
prácticas para proteger nuestro medio ambiente.
Dicho lo anterior, paso a referirme a un aspecto que
consideramos merece atención especial, tanto por parte del Gobierno como de la
empresa Barrick Pueblo Viejo: los beneficios fiscales que genera el proyecto y
la nueva situación que se ha presentado, luego de que los precios del oro en el
mercado de Londres hayan registrado niveles de entre mil 600 y mil 900 dólares
la onza en los últimos años, como consecuencia de la fuerte expansión de la
liquidez mundial y la incertidumbre provocada por el colapso de Lehman Brothers
en septiembre de 2008.
El 25 de marzo de 2002, fecha en que se aprobó el
Contrato para la explotación del oro entre el Estado dominicano y la empresa
Placer Dome, el precio del oro en el mercado de Londres cerró en 298 dólares la
onza.
Ese contrato fue adquirido por Barrick Gold cuando el 19
de enero del 2006 esta empresa compró las acciones de Placer Dome. El día de la
compra de las acciones, el precio del oro cerró en 555 dólares la onza.
El 27 de septiembre del 2007, Barrick Gold solicitó, a
través de carta dirigida a la Ministerio de Industria y Comercio, la
flexibilización de los aspectos fiscales del contrato que el Gobierno había
acordado con Placer Dome. Ese día el precio del oro cerró en 732 dólares la
onza.
A pesar de que el Gobierno dominicano podía aferrarse a
lo establecido en el Contrato original con Placer Dome, mostrando una actitud
de apertura y flexibilidad, aceptó sentarse en la mesa de negociación con la
empresa Barrick Gold, para revisar los aspectos fiscales del Contrato que esta
había adquirido.
El 11 de noviembre de 2009, la Cámara de Diputados aprobó
la enmienda al contrato con Placer Dome, en el cual se establecieron
modificaciones al régimen fiscal del contrato.
Como acertadamente sentenció el Presidente Barack Obama
en su discurso inaugural el pasado 21 de enero, “cuando los tiempos cambian,
nosotros también debemos cambiar”. Y nadie, absolutamente nadie, puede negar
que luego de la crisis financiera de 2008, los tiempos de hoy son muy
diferentes a los de principios de la década.
El hecho de que el precio del oro sea actualmente casi 6
veces más alto que el de marzo del 2002, es un reflejo de la magnitud del
cambio.
Fue eso lo que nos motivó, desde que asumimos la
Presidencia de la República el pasado 16 de agosto del 2012, a designar una
Comisión Oficial de Alto Nivel, bajo la coordinación del Ministro de la
Presidencia, con el mandato de iniciar conversaciones con los ejecutivos de la
empresa Barrick Pueblo Viejo.
El objetivo de la comisión es acordar modificaciones al
esquema fiscal establecido en el contrato, dado el cambio dramático que ha
tenido lugar en el precio del oro en el mercado de Londres.
Decenas de reuniones han tenido lugar en los últimos seis
meses, sin que a la fecha se haya logrado convencer a la empresa sobre la
necesidad y la urgencia de hacer las correcciones necesarias al esquema actual
de distribución de los ingresos, entre la empresa y el Estado dominicano,
derivada de la explotación del oro.
A lo sumo, lo único que la empresa ha ofrecido es la
posibilidad de adelantar el pago de impuestos futuros, lo que implicaría que el
Gobierno actual estaría apropiándose de recursos que le corresponderían a las
próximas administraciones.
Que no le quepa duda a nadie. Para quien les habla, una
operación como la planteada por los ejecutivos de Barrick Pueblo Viejo no
encaja dentro de los principios éticos y morales sobre los que se fundamenta
nuestra administración.
Bajo el esquema fiscal establecido en la más reciente
versión del contrato para la explotación de oro en Pueblo Viejo, con un precio
promedio de mil 700 dólares la onza de oro y 28 dólares la onza de plata, la
empresa Barrick Pueblo Viejo obtendría ingresos netos de costos operativos por
2 mil 600 millones de dólares en los dos primeros años de producción, asumiendo
exportaciones de 1 millón de onzas de
oro y poco más de 2 millones de onzas de plata. Es decir, la empresa estaría
recuperando el monto total invertido en poco más de dos años.
Nunca antes, en la historia de la humanidad, se ha
verificado un caso en el cual una empresa minera haya podido recuperar su
inversión en tan poco tiempo, mientras el Estado del país receptor de la
inversión estaría recibiendo migajas durante esos primeros años.
De los mil 753 millones de dólares de ingresos anuales de
exportación, el Gobierno dominicano apenas recibiría 56 millones de dólares.
En otras palabras, durante los primeros años, de cada 100
dólares de ingresos de la exportación de oro y otros metales, la Barrick
recibiría
97 dólares y el pueblo dominicano tres.
Dominicanas y dominicanos.
¡Eso es sencillamente INACEPTABLE!
Estoy consciente que ni el Gobierno ni Barrick Pueblo
Viejo tienen la culpa de este resultado. La verdad es que ninguno de los dos
previeron, y quizás no podían prever, lo que iba a suceder con el precio del
oro luego de la crisis financiera global que estalló en septiembre del
2008.
Pero la realidad es que la situación cambió. Que las
circunstancias ahora son muy diferentes. Y si por mutuo acuerdo no modificamos
los términos fiscales del contrato durante los primeros años, la Barrick se
quedaría prácticamente con todo y el pueblo dominicano con nada.
Dominicanos y dominicanas,
Yo, Danilo Medina, les aseguro que eso no sucederá.
Quiero hacer hoy un último llamado a los ejecutivos de la
Barrick Pueblo Viejo para que accedan a revisar los aspectos fiscales del
contrato, pues el esquema actual de distribución de ingresos, luego del alza en
los precios del oro en el mercado mundial, es inaceptable.
Hasta ahora hemos sido pacientes. Pero la paciencia tiene
un límite. Y más para un gobierno que está a diario en la calle y ve dibujadas
en el rostro de nuestra gente las urgencias de una mayor inversión de recursos,
que le permitan mejorar sus condiciones de vida.
Si la empresa Barrick Pueblo Viejo mantiene la posición
intransigente que ha exhibido hasta ahora, el gobierno no se puede quedar de
brazos cruzados.
Pasado un plazo prudente, someteremos al Congreso
Nacional un proyecto de ley que establecerá un Impuesto sobre los Ingresos
Inesperados de las empresas exportadoras de minerales, el cual gravará, con una
tasa justa, el excedente entre el valor de las exportaciones de minerales a los
precios en el momento en que se realicen las mismas y el precio de referencia
para cada uno de los minerales.
Ese precio se fijará en función de los precios vigentes
en los tiempos en que los contratos originales fueron adquiridos u otorgados a
las actuales empresas dedicadas a la explotación de minerales. El impuesto
sobre los ingresos inesperados liquidado operaría como un crédito para el pago
del impuesto de participación sobre las utilidades netas (PUN) de 28.75%.
Los ingresos que se obtengan de este impuesto serán
destinados a la inversión social y al combate de la pobreza.
Estoy seguro que esta iniciativa recibirá el apoyo
mayoritario y expedito de los legisladores de todos nuestros partidos políticos
presentes en esta Asamblea Nacional.
Sé que algunas empresas argumentarán que sus contratos
contienen cláusulas de estabilidad fiscal durante la vigencia de los mismos que
impiden la creación de nuevos impuestos que las afecten.
Mi respuesta a esa argumentación es la siguiente. Primero,
la introducción del nuevo impuesto no reducirá el valor del contrato original
adquirido u otorgado a la empresa. Lo que el nuevo impuesto haría sería
distribuir el aumento en el valor del contrato, generado por el alza inesperada
de los precios, asignándole un porcentaje justo del incremento al pueblo
dominicano y el resto a la empresa.
Segundo, al igual que sucede en los países desarrollados
que rechazan las solicitudes de cláusulas de estabilidad fiscal, en nuestro
caso las decisiones que hayan tomado los Poderes Legislativos en el 2002 y el
2009, no pueden atar de manos al actual ni a los futuros Congresos que elija el
pueblo dominicano, pues esto violaría los derechos de soberanía.
No es por casualidad que Estados Unidos, Canadá e
Inglaterra no permiten la inclusión de este tipo de cláusulas en los contratos
de explotación petrolera y minera.
Y tercero, el contrato inicial con Placer Dome contenía
cláusulas de estabilidad fiscal similares y el Gobierno, a solicitud de la
Barrick Gold, accedió a sentarse en la mesa de negociaciones para modificarlo a
favor de la empresa.
Ahora, que los elevados precios favorecerían de manera
exagerada y exclusiva a la empresa en los primeros años, corresponde a la
empresa aceptar la invitación del Gobierno para que, por mutuo acuerdo,
modifiquemos la distribución de los ingresos que generará la explotación del
oro de Pueblo Viejo.
Las modificaciones de los esquemas fiscales acordados con
las empresas petroleras y de minerales han sido la regla y no la excepción en
el mundo minero, a raíz de los aumentos inesperados de precios que han tenido
lugar en los últimos años.
Lo que el Gobierno dominicano está requiriendo, no es
algo muy diferente a los cambios fiscales ejecutados en: Argelia en 2006, en Argentina en 2002, 2004 y 2006, en
Australia en 2008, en Bolivia en 2005, 2006 y 2007, en Canadá en 2007, en China
en 2006, en Ecuador en 2006, 2007 y 2008, en India en 2008, en Inglaterra en 2002 y 2005, en Italia en
2008, en Kazajistán en 2008, en Mongolia en 2006, en Nigeria en 2008, en Papúa
Nueva Guinea en 2008, en Rusia en 2002 y 2003, en Estados Unidos en 2005, 2006
y 2007, en Venezuela del 2002 al 2008, en Vietnam en 2008, y en Zambia en el 2008.
No somos, por tanto, los únicos que estamos reclamando
una mayor justicia distributiva de los beneficios generados por la explotación
de los recursos no renovables.
Señoras y señores;
Quiero que me escuchen bien: El oro que subyace en el
suelo de la patria de Duarte, Sánchez, Mella y Luperon, es del pueblo
dominicano.
¡De nadie más!
Y sólo podrá ser extraído, procesado y exportado, si las
condiciones de distribución de los ingresos generados por la explotación de
este recurso no renovable, son justas y favorables para las dominicanas y los
dominicanos. Y en los actuales momentos no lo son.
De todas formas, les repito, el Gobierno favorecerá el
mantenimiento del mejor clima para la inversión nacional y extranjera.
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