Hoy, domingo de visita, Melky Durán llevó al Centro Penitenciario Rafey, sus tres niñas procreadas con José Heriberto Lizardo, uno de los internos del recinto. Compartía con su esposo cuando comenzó la ráfaga de disparos que asoló el sitio. “Eran casi las tres de la tarde”, narra al periodico Listín Diario.
Llorando, una hora después, se queja porque la Policía disparó sin considerar la cantidad de niños y niñas que estaban en el multiuso y los internos sin armas “y sin estar en el lío”. Según datos de la Policía, son 18 las personas heridas en el motín ocurrido ayer en el Centro Rafey. Extraoficialmente informaron que todo inició cuando el interno Cristian Lora, condenado por la muerte de Alex el Pelotero de la red de José David Figueroa Agosto, quemó un colchón. Los familiares de los internos acusan a “los presos de Moca” de la situación y a la Policía por arremeter contra gente indefensa. “Ellos estaban tranquilos y le tiraron”, afirma Elvira Ureña, quien tiene un hijo en Rafey.
Ante la ráfaga de pólvora, la gente se tiró en el suelo y muchas mujeres lloraban. “Ay que no le pase ná a mi hijo”, era un clamor que se repetía de boca en boca. Cuando mermó el tiroteo dentro del recinto, los familiares en lista de visita, salieron corriendo. Afuera, madres, padres, hermanas, tías, lloraban y reclamaban a los uniformados, por información sobre sus parientes. Esmeralda del Carmen Azcona, de San José de las Matas, tiene allí a su hijo Luis Ramón Goris Azcona. “Me estaban anotando cuando todo comenzó. Vi un humazo y escuché los tiros. Luego lo vi, dijeron que era para arriba, pero no, tiraban para abajo”, declaró a Listín Diario.
Incertidumbre, impotencia, desorden, tensión, se vivió dentro y fuera del Centro Penitenciario Rafey. La situación evidenció la falta de un dispositivo preventivo y de seguridad frente a situaciones de riesgo. Los heridos eran trasladados en vehículos destartalados al Hospital José María Cabral y Báez, cercados por las cámaras de reporteros gráficos.
Uno de los internos, sangrando en la frente, vociferó ”mírenme, estoy vivo, no vaya aparecer muerto ahorita”. El tiempo pasaba y ninguna autoridad del Nuevo Sistema Penitenciario y el Ministerio Público se asomó al lugar.
“Jibil comenzó a tirar”María Jiménez, madre de uno de los internos, dijo que el Centro Rafey es “muy decente”. Y que ayer en la tarde, “un preso apodado Jibil, salió disparando a todo el mundo con una puya”. Narra que, con los niños al hombro, “tuvimos que salir juyendo”. Dice que “después que trajeron a los presos de Moca, esto se ha puesto así”. Ayer, a las 5:20 p .m. una camioneta de Homicidios llegó al recinto. “Si Homicidios está aquí, hay muertos”, se escuchó decir a más de uno. Un abogado que no quiso identificarse, aseguró que este problema evidencia la falta de un plan de contingencia y el desorden imperante. “Aquí están los presos preventivos junto a los condenados, esto no puede ser. Se han violado derechos fundamentales con el uso desproporcional de la fuerza”, argumentó.
En el Cabral y BáezDe la emergencia del Hospital José María Cabral y Báez fueron despachados internos con heridas leves, pero sangrando profusamente. La mayoría impactados con perdigones en las piernas y heridas en la cabeza. La Policía mantuvo cercada la puerta de la emergencia y no dejaban entrar siquiera a familiares con pacientes que no tenían que ver con la situación de Rafey.
En vehículos inapropiados, con cristales tintados, eran llevados a alta velocidad, los internos de regreso al Centro Penitenciario Rafey. Afuera, Natividad Hernández, esposa de Vinicio López, uno de los internos lesionados, aseguró que su marido “solo tiene una herida en la frente”. En otro costado, Raquel Vásquez llora amargamente por no saber si su hermano Carlos Eduardo Vásquez, es uno de los lacerados. Algunos familiares se negaban a ofrecer declaraciones, por temor a que luego, la uniformada, tome represalias.
El pasado sábado, los internos de la Isleta en Moca se amotinaron en reclamo de mejor alimentación.
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