República Dominicana Veinte años después
El próximo 16 de agosto se cumplen 20 años de la llegada al
Gobierno del Partido de la Liberación Dominicana. Si bien mucha gente podría
pensar, como Gardel, que 20 años no es nada, la verdad es que en el periodo
transcurrido desde entonces se han verificado cambios significativos en el
desarrollo económico y social dominicano.
Lo primero es el cambio cualitativo registrado por el país en
desarrollo humano. En el periodo, la República Dominicana pasó de ser un país
de desarrollo humano “medio”, a la categoría de desarrollo humano “alto”, según
el último Informe sobre el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de la
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). De 0.625 en 1995, el IDH dominicano
pasó al nivel de 0.715 en el 2014. En la escala del PNUD, este nivel de IDH es
propio de un país de desarrollo humano alto.
¿A que se ha debido este cambio, y cómo se evidencia? En el
periodo de referencia, la República Dominicana ha logrado tasas de crecimiento
económico importantes. La producción per cápita ha crecido de forma tal que
mientras en 1996, el PIB per cápita, medido en dólares internacionales referido
a 1990, era US$3,065; veinte años después prácticamente se ha duplicado,
ascendiendo a US$6,039. En el periodo, somos el segundo país con la más altas
tasas de crecimiento, superado solo por Panamá. Esto se logró pese al
estancamiento registrado en este indicador durante el periodo de Gobierno 2000-2004.
El buen desempeño económico del país durante esos 20 años se
explica, entre otros factores, por mayor intensidad en la creación de nuevos
negocios. Esto se evidencia, por ejemplo, en la cantidad de empresas con 100 o
mas empleados, que iniciaron sus operaciones en el periodo 1996-2014, superando
2.45 veces las que iniciaron sus operaciones en el periodo 1930-1995.
En materia de salud se han producido importantes cambios que
contribuyeron a incrementar la esperanza de vida en 4.3 años. En 1996, la esperanza
de vida de un dominicano era 69.2 años; en 2016 se estima en 73.5 años. La
esperanza de vida es un indicador de resultado y está asociado a la
alimentación, a mejoras en las condiciones de vida y al cuidado de la salud de
las personas en un país.
Los cambios también han impactado la mortalidad infantil. La
probabilidad de que un niño menor de cinco años muera en sus primeros años de
vida ha disminuido considerablemente. En 1996 era 57.0 por 1,000 nacidos vivos;
en 2013 esa probabilidad bajó a 31. Si bien este ultimo dato todavía está lejos
de ser un resultado consonante con estándares internacionales, evidencia
mejoras en los servicios de cuidado de salud de las madres y de los infantes en
el país. Y esto está asociado a cambios registrados en la infraestructura
hospitalaria, mejor atención a las mujeres en edad de gestación, mejor atención
a los recién nacidos y mejoramiento de la nutrición. Según reporte de la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO), durante el periodo la prevalencia de desnutrición en menores de 3 años
cayó de 27.3% en 1996, a 12.3% en 2015.
En materia educativa se ha avanzado, aunque de forma modesta.
La escolaridad promedio de la población de 15 años o más pasó de 7.3 en 2000 a
8.8 años en 2015. Al mismo tiempo, la tasa bruta en el tercer nivel de
enseñanza prácticamente se duplicó al pasar del 22.5% en 1997 a 46.4% en 2012.
Sin embargo, la calidad de la educación representa hoy uno de los más grandes
desafíos del desarrollo del país.
De manera que el crecimiento económico con estabilidad,
combinado con políticas sociales progresistas, han contribuido a aumentar el
nivel de vida de la población dominicana.
Las consecuencias sociales de ese desempeño, en términos de
estratificación social, son evidentes. En su más reciente Informe Regional
sobre Desarrollo Humano para la América Latina y el Caribe, el PNUD, siguiendo
la metodología del Banco Mundial, reporta que en 1996, los estratos de ingresos
medios dominicanos representaban el 22.6% de la población; cae a 18.3% en 2003,
pero para 2014 se colocaron en 26.4 por ciento.
Por su parte, el Sistema de Indicadores Sociales de la
República Dominicana, SISDOM, aporta una información más actualizada y muestra
que para marzo de este año, los estratos de ingresos medios representaban el
30% de la población, porcentaje este superior al que le corresponde a los
estratos pobres.
Una señal de que se transita hacia una sociedad en donde
predomina una población de clase media es el crecimiento de la tasa de
participación de la mujer en la fuerza de trabajo. Mientras en 1996 esa tasa
era 35.2%, para el 2015 había pasado a 46.6%. En la tasa de ocupación, que mide
la cantidad de personas ocupadas respecto a la cantidad de personas en edad de
trabajar, las mujeres pasaron de un 25.3% en 1996 a 36.2% en 2015. O sea, no
solo aumentó la cantidad de mujeres que se incorporaron al mercado laboral sino
también la cantidad de las que, efectivamente, lograron emplearse.
El consumo de alimentos ha mejorado consistentemente. Según
la FAO, en 1996, las cantidades de suministro de grasa y proteína fueron 68.37
y 47.64 gramos por persona por día, respectivamente. Para el 2013, esos valores
pasaron a 89.26 y 58.20, respectivamente. Estos cambios impactaron el
suministro alimentario de energía que pasó de 2,175 kilocalorías por persona
por día en 1996, a 2,640 en 2013.
Resalta también, como indicador del cambio registrado, el
incremento de los vehículos de motor. Entre 1998 y 2015 el parque vehicular de
la República Dominicana se multiplicó por 3.9 veces, al pasar de 936 mil a más
de 3.6 millones de vehículos. O sea, pasamos de 0.11 a 0.36 vehículos por
habitante. La cantidad de automóviles se multiplicó por 2, al pasar de 380,382
en 1998 a 773,019 en 2015; mientras que el acceso a motocicletas se multiplicó
por 7, al pasar de 271,753 en 1998 a 1,946,594 en 2015.
Hay que resaltar el crecimiento de los tarjetahabientes
personales. En 2001 el número de tarjetahabientes personales alcanzó los
482,224 personas; en 2015 se elevó a 1,121,653, lo que significa un crecimiento
de más del 125 por ciento en esos 14 años.
Otro indicio importante del cambio en nuestro país es la
presencia crecida de las grandes cadenas comerciales. En 1996 eran muy pocas. A
partir de entonces, el crecimiento de las mismas ha sido espectacular. Basta
poner dos ejemplos. El grupo Ramos estaba constituido en 1996 por 5 empresas
comerciales. Hoy, ese grupo, tiene 40 empresas y se han expandido no solo en la
zona metropolitana de Santo Domingo, sino también en una cantidad importante de
provincias en todo el país.
El grupo CCN es otro ejemplo. En 1996, tenía 10 centros
comerciales y hoy tiene 49 centros comerciales. Este grupo también se ha
expandido en diferentes provincias del país.
Por otra parte, cabe mencionar el incremento de la telefonía
celular y el Internet. En 1996 el número de líneas de teléfonos celulares por
cada 100 habitantes era apenas 1; en 2014 ascendió a 84. El acceso a Internet
ha mostrado un crecimiento importante en los últimos diez años. Para 2005 se
estimaba que el 16% de la población dominicana era usuaria de Internet, pero en
2014 ese porcentaje se estimó en 52 por ciento. En el periodo, el número de
cuentas pasó de 1.5% en 2005 a 38.2% en 2014.
Finalmente, tenemos que referirnos a las transformaciones
ocurridas en las
infraestructuras a lo largo del periodo evaluado así como a
los grandes cambios a nivel urbano. A lo largo de los últimos años se han
venido produciendo mejorías en la calidad de las carreteras, los puertos y los
aeropuertos tal y como se deprende del The Global Competitiveness Report del
World Economic Forum. Hoy, nuestro país ocupa junto a México la cuarta posición
en calidad de carreteras entre 21 países de América Latina. Ocupamos, junto a
México y Jamaica la quinta posición en calidad de aeropuertos y lo que se
refiere a calidad de los puertos ocupamos la séptima posición.
En lo que tiene que ver con las transformaciones urbanas,
basta recordar que en 1996 el grueso de la actividad comercial en Santo Domingo
se concentraba en la calle El Conde, en la avenida Mella y en la avenida
Duarte. Todo eso ha cambiado en la medida que la ciudad se ha transformado en
una gran metrópoli. En 1996, en la ciudad de Santo Domingo existían menos de 40
torres de más 8 pisos; en 2016 existen centenares.
Podemos afirmar que el balance en términos de logros de
desarrollo es bueno. Por supuesto, el país tiene por delante grandes desafíos.
De cara al futuro inmediato, será preciso avanzar en mejorar la competitividad
del aparato productivo, para apuntalar el crecimiento sostenido, la creación de
empleos de calidad y que ese crecimiento sea socialmente inclusivo. Además,
lograr una educación de calidad para todos y todas, más y mejor cobertura en
servicios de salud, más y mejor protección social, viviendas dignas en entornos
saludables, ampliar y mejorar el acceso a servicios de electricidad, y un
acceso a agua potable y saneamiento suficiente y eficiente, así como la
protección al medio ambiente y la adaptación al cambio climático, entre otros,
son elementos que se suman también a la canasta de los grandes retos a encarar.
Fuente: www.hoy.com.do
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